Falda ancha y larga hasta el tobillo con uno o dos volados y con adornos de encajes. Se preparan lavándolas en aguas almidonadas.
En realidad, el miriñaque consistía en una estructura ligera con aros de metal que mantenía huecas las faldas de las damas, sin necesidad de utilizar para ello las múltiples capas de enaguas almidonadas, que había sido el método utilizado hasta entonces.
En el caso de los varones, usaban sombreros de lona; el pelo y la barba lo usaban un poco largo, los pantalones de telas almidonadas llegaban a la cintura, con camisa manga corta, botas de hule y caites.
Además, los estantes llevan la túnica recogida en la cintura formando un buche (o "sená", como se dice en Murcia) que le deja la túnica ligeramente por debajo de la rodilla. Debajo de esa "faldilla" se llevan enaguas almidonadas que le dan vuelo a la túnica.
El médico entra, me examina; declara no haber fractura ni dislocación del hueso, ni cuerda encaramada; tocóme el rasguño de la mejilla, sacó un instrumento, y sin dolor extrajo del rasguño aquel la pequeña astilla de palo; me dio a tomar un bebistrajo que tenía aguardiente; tomó una copa, puso en ella un papel encendido, y, asentándomela en la espalda la fue corriendo, inflándome las carnes en dolorosa tensión; manos femeniles empapadas en aguardiente alcanforado frotaron mi cuerpo; y, por último, pegáronme en varios puntos pingos de trapo mojados en una agua amarillenta. Aún no habían terminado estas faenas, cuando se oyeron pasos precipitados acompañados del crujir de
almidonadas faldas.
Tomás Carrasquilla
Y los que no apartaban la vista del grupo de enmascarados, se fijaron en que el champán, pasando por la boca, venía a salir por el cuello, rebosando por cima de los elegantes capuchones y las pecheras
almidonadas, que cerraban diamantes de roca antigua, montados en botones de esmalte azul.
Emilia Pardo Bazán
La Madre Superiora calló poniendo atención a unos pasos lentos y cansados que se acercaban corredor adelante, y quedó esperando vueltos los ojos a la puerta, donde no tardó en asomar una monja llena de arrugas, con tocas muy almidonadas y un delantal azul: En la frente y en las manos tenía la blancura de las hostias: —Madrecica, esos caballeros venían tan cansados y arrecidos que les he llevado a la cocina para que se calienten unas migajicas.
Su casaquilla de hilo rayado con vivos rojos, el bonete de cuartel, el pañuelo de seda al cuello, la banda dorada al pecho con el canuto de la licencia, la tez descolorida, el bigotillo picudo y la media romana de corista italiano, habíanse metido en el corazón de todas las chavalas y lo hacían latir con un estrépito sólo comparable al frufrú de sus faldas de percal
almidonadas en los bajos hasta ser puro cartón.
Vicente Blasco Ibáñez
En esto la otra monja llena de arrugas, risueña bajo sus tocas blancas y almidonadas, abrió la puerta tímidamente y asomó con una luz, pidiendo permiso para que entrasen los prisioneros.
Muchas de nuestras jóvenes actrices se empeñan todavía en nuestros día, en llevar esas enaguas rígidamente almidonadas bajo las túnicas griegas, quedando absolutamente aniquilada toda delicadeza de líneas y de pliegues; detalles de tal fealdad que deberían prohibirse.
Mucho tiempo hacía que había pasado la moda del alto tupé, de las almidonadas y blancas pañoletas, y del zapatito bordado de lentejuelas y alto y encarnado tacón; pero pareciendole este atavío a doña Isabel el más digno y más apropiado a una verdadera señora, como ella solía decir, no quiso abandonar jamás aquella moda de su juventud que tan buenos tiempos le recordaba, y con la cual había robado tantos y tantos corazones.
Y para aquella cama que antes fuera dura tarima de costurero, hubo blandicies por colchones y almohadas, y
almidonadas blancuras semanales por sábanas y fundas, y flojedades cariñosas por la colcha grabada, de candideces blandas y flecos desmadejados y acariciadores.
Tomás Carrasquilla