Dijo el sacerdote al albañil: ─ Aunque necesites recurrir al diablo para que te ayude, hace falta que consigas construir el puente.
¿No será sobre la manera de construir una casa? Alcibíades: No, ciertamente. Sócrates: El más miserable albañil les aconsejaría mejor que tú. Alcibíades: Tienes razón.
Sucedió que un día resbalóse de altísimo andamio un
albañil que se ocupaba en la reparación de un claustro, y en su cuita gritó: — ¡Sálveme, fray Martín!
Ricardo Palma
Le respondió San Amable: ─ Estaba yo en espíritu en Riom, que es la villa en la que nací, cuando he visto a un albañil que construía una casa y que se golpeó el dedo contra una piedra.
Ni se nos diga que Ramírez Dávalos fue un mero albañil que ejecutó las órdenes de un sabio arquitecto, pues este Capitán, sin asesoramiento de nadie, fundó también la ciudad de Baeza en medio de las selvas orientales.
Avínose el cabildante, no sin manifestar recelo de que a los vecinos disgustase la providencia, e inmediatamente comunicó la orden del caso al maestro de obras o primer
albañil de la ciudad.
Ricardo Palma
Y antes de irse, pudo Stromberg convencer a sus compañeros de huelga Livatti, albañil, y Herrera, obrero honorario en varios ramos, especialmente en despacho de bebidas, que en el campo iban a hacer una fortuna sembrando trigo.
Y el
albañil se mantuvo en el aire, patidifuso y pluscuamperfecto como el alma de Garibay, esperando el regreso del lego dominico.
Ricardo Palma
No fueron en cocinas mis hazañas, sino en galeras, naves y campañas; no con Garraf, tu paje: con gatos moros, las mejores lanzas; que yo maté en Granada a Tragapanzas, gatazo abencerraje, y cuerpo a cuerpo en Córdoba a Murcifo, gato que fue del regidor Rengifo, y de dos uñaradas deshice a Golosillo las quijadas, por gusto de una miza, mi respeto, y le quité una oreja a Boquifleto, gato de un
albañil de Salobreña; la cola en Fuentidueña quité de un estirón a Lameplatos, mesonero de gatos, sin otras cuchilladas que he tenido, y la que di a Garrido, que del Corral de los Naranjos era, por la espada primera, único gaticida.
Lope de Vega
¡Recórcholis! -contestó amoscado el
albañil.- Aunque se queje al Padre Santo de Roma, a borrar soy venido y borro. ¡Manos a la obra, muchachos!
Ricardo Palma
Veinte abriles muy galanos; cutis de ese gracioso moreno aterciopelado que tanta fama dio a las limeñas, antes de que cundiese la maldita moda de adobarse el rostro con menjurjes, y de andar a la rebatiña y como
albañil en pared con los polvos de rosa y arroz; ojos más negros que noche de trapisonda y velados por rizadas pestañas; boca incitante, como un azucarillo amerengado; cuerpo airoso, si los hubo, y un pie que daba pie para despertar en el prójimo tentación de besarlo; tal era, en el año de gracia de 1776, Benedicta Salazar.
Ricardo Palma
Se dirigió el albañil al diablo y le dijo: ─ ¿Qué es lo que pides por construir el puente? ─ El alma de la primera criatura que pase por allí.