El acaloramiento con que se propagaban tan desconcertadas ideas alarmó a aquellos hacendados, que el abatimiento de sus frutos obliga a frecuentar los zaguanes de los comerciantes poderosos; la costumbre de vivir miserables y desatendidos no había enervado la nobleza de sus sentimientos; ellos resolvieron sostener con energía una causa que interesaba igualmente sus derechos que los de la Corona, y, despreciando el arbitrio rastrero de murmuraciones y hablillas, con que únicamente se sostienen las pretensiones indecentes, me confirieron sus poderes, para que presentándome ante V.
Todo el día lo pasábamos corriendo de firme detrás de las yeguas, y al oscurecer, después de la comida, se armó en la ramada una de cantos y palmoteos que alarmó hasta las lechuzas de la montaña.
La caída de la cuerda no le causó sorpresa y la achacó al impotente despecho de su rival cuyos pasos había sentido arriba, pero no se
alarmó por ello porque de un momento a otro vendrían a colocar la armadura de madera y quedaría libre de su prisión.
Baldomero Lillo
El Rey se dejó caer inmediatamente de espaldas y se quedó tan quieto como pudo; Alicia se alarmó entonces un poco al ver las consecuencias de lo que había hecho y se puso a dar vueltas por el cuarto para ver si encontraba un poco de agua para rociársela.
Después de esto el amo de la casa fue al establo y dijo "esa vaca deberá ser faenada mañana", luego Pulgarcito se
alarmó tanto que gritó a viva voz "Déjenme salir primero, que estoy atrapado dentro de ella".
Hermanos Grimm
Y se apoderó el miedo de Herodes y de su corte, al ver a aquellos hijos de los reyes de Persia, con la tiara en la cabeza y con su tesoro en las manos, en busca del rey nacido en Judea. Muy particularmente se alarmó Herodes, porque los persas no reconocían su autoridad.
Frisaría yo en los doce años. Mi madre, al cabo, se alarmó seriamente. La cosa iba de veras; tan de veras, que dos médicos -ninguno de ellos era el de la coleta-, después de examinarme con atención, arrugaban la frente, fruncían la boca y celebraban misteriosa conferencia, de la cual, lo supe mucho después, salía yo en toda regla desahuciada.
En seguida, dejándole ensartado como un estornino, subióse a la azotea de su tugurio y empezó a gritar con todas sus fuerzas, pidiendo socorro a los vecinos, llamando por su nombre a cada uno, diciendo que se trataba de la salvación de todos y pregonando que ardía su casa. Así alarmó a todo el mundo y todos corrieron a atajar el peligro que les amenazaba.
Parece que un día le vinieron a decir que Dolores estaba sumamente indispuesta: él se hallaba en la hacienda de mi tía y no pudo evitar que supiese lo que decían de Dolores. La tía Juana se alarmó y quiso a todo trance, y si acordarse de su promesa, acompañar a mi padre a la choza de mi prima.
Sin duda, lo que alarmó a los capitalistas incluso más que las propuestas específicas de los insurgentes sociales, fueron los signos de una asentada exasperación popular contra ellos y todas sus obras, lo cual indicaba que lo que ahora se pedía no era sino el principio de lo que más tarde se exigiría.
La pobrecilla le echó un brazo sobre el hombro, como para apoyarse en él, y volvió a ocultar su cara en el seno de Augusto. Y allí, como oyese el martilleo del corazón de este, se alarmó.
La Reina la vio, le chocó su hermosura, supo se llamaba Mariica, el fútil motivo por qué la abandonó su padre, y la regaló un traje completo. Hubo quien se alarmó, temiendo llegara la pastorcita de patos a la privanza real.