Al sospechar Revenga lo que iba a sobrevenir, ya estaba interesado su amor propio, encendida su imaginación. Sin embargo, la fiebre duró poco: el esposo leal, el hombre honrado e íntegro, se dio cuenta de que era preciso cortar de raíz lo que no tenía finalidad ni excusa.
Emilia Pardo Bazán
El clamoreo dramático de la hora sube
al cielo imponente como un hosanna y envuelve en sus magníficas tembladoras ondas de sonido
al Pontífice, que poco a poco asciende por la escalinata, bendiciendo, entre la muchedumbre que se prosterna y murmura jaculatorias de adoración.
Emilia Pardo Bazán
Poco o nada encontró que admirar el ilustre artista en aquel pobre y desmantelado templo, y ya se marchaba renegando, como solía, del mal gusto de los frailes de Castilla la Nueva, cuando reparó en cierto cuadro medio oculto en las sombras de feísima capilla; acercóse a él, y lanzó una exclamación de asombro. Sus discípulos le rodearon
al momento, preguntándole: - ¿Qué habéis encontrado, maestro?
Pedro Antonio de Alarcón
No contaba con las fatalidades de la Naturaleza. Ocultamente, en apartado rincón de provincia, Anita Dolores dio
al mundo una criatura.
Emilia Pardo Bazán
- ¡Mirad! -dijo Rubens señalando, por toda contestación,
al lienzo que tenía delante. Los jóvenes quedaron tan maravillados como el autor del "Descendimiento".
Pedro Antonio de Alarcón
Para sus gestiones se asesoraba con Revenga, le pedía auxilio, préstamos, celebraban conferencias que duraban horas.
Al manejar los papeles, al calcular probabilidades de liquidación, establecíase entre los dos una intimidad chancera, que se convertía de repente, por parte de Anita, en afición inequívoca.
Emilia Pardo Bazán
Como Catalina de Siena, más de una vez se vio asaltada por tentaciones impuras y por imágenes engañadoras y burlonas; pero abrazada a la cruz, resistió heroicamente; lloró, se hirió las carnes y,
al fin, conoció la victoria en la paz que descendía a su espíritu.
Emilia Pardo Bazán
Todos los reinos de la naturaleza; todas las fuerzas mal definidas y estudiadas que
al través de ella circulan, concurrieron a la obra de la intentada curación.
Emilia Pardo Bazán
Mas cuando supo lo que pedía el pavo, la manezuela regordeta que ya iba a bajarse concediendo, se alzó otra vez, y en el lenguaje del misterio, el Niño dijo
al pavo: -Pero ¿tú has pensado bien lo que solicitas?
Emilia Pardo Bazán
o sé que día de Agosto del año 1816 llegó a las puertas de la Capitanía General de Granada cierto haraposo y grotesco gitano, de sesenta años de edad, de oficio esquilador y de apellido o sobrenombre "Heredia", caballero en flaquísimo y destartalado burro mohino, cuyos arneses se reducían a una soga atada
al pescuezo; y, echado que hubo pie a tierra, dijo con la mayor frescura «que quería ver
al Capitán General.» Excuso añadir que semejante pretensión excitó sucesivamente la resistencia del centinela, las risas de los ordenanzas y las dudas y vacilaciones de los edecanes antes de llegar a conocimiento del Excelentísimo Sr.
Pedro Antonio de Alarcón
Pero he aquí que cierta injusticia cometida por nuestro Jefe en daño de Ramón; uno de esos abusos de autoridad que disgustan de la más honrosa carrera; una arbitrariedad, en fin, hizo desear
al Teniente de cazadores abandonar las filas de sus hermanos,
al amigo dejar
al amigo,
al liberal pasarse a la facción,
al subordinado matar a su Teniente Coronel....
Pedro Antonio de Alarcón
Artista por instinto, con el andar rítmico de las grandes solemnidades, con un sentimiento de la actitud que sólo él posee en grado tal, Pío IX se acerca a la cuna, junta las manos de marfil, eleva
al cielo un instante los ojos, como si se invocase la presencia de Dios; se arrodilla, se abisma y los paños de su cándida vestidura se esparcen esculturales y clásicos cual los plegados de alabastro de un ropaje de Canova.
Emilia Pardo Bazán