Apenas hubieron consagrado sus primeros arrebatos a la diosa Venus; apenas, como aguerridos soldados, empiezan el amoroso combate, cuando llega improvisadamente el marido, valiéndose de la oportunidad de la noche.
Disimuló Cobos el desprecio con que miraba Rojas su vida, y reservando para el fin de la expedición los efectos de su resentimiento, se presentó atrevidamente en la boca del Neverí con sus ciento setenta compañeros a todo el poder de Cayaurima, que traía entre cumanagotos, chaimas y chacopatas más de ocho mil combatientes
aguerridos en las pasadas jornadas, y orgullosos con lo que les había favorecido en ellas la fortuna.
Andrés Bello
Los más eran movilizados, hombres pacíficos, muchos de los cuales no hicieron otra cosa en el mundo que disfrutar de sus rentas, y los abrumaba el peso del fusil; otros eran jóvenes voluntarios, impresionables, prontos al terror y al entusiasmo, dispuestos fácilmente a huir o acometer; y mezclados con ellos, iban algunos veteranos aguerridos, restos de una división destrozada en un terrible combate; artilleros de uniforme oscuro, alineados con reclutas de varias procedencias, entre los cuales aparecía el brillante casco de algún dragón, tardo en el andar, que seguía difícilmente la marcha ligera de los infantes.
Pero esto lo pienso ahora; pues lo que es entonces sólo pensaba en los
aguerridos ojos de Antoñita; en su incitante boca; en su sedoso pelo; en sus brazos, que habían engordado desde que yo le daba el mío al salir de las tertulias de marras; en su talle, no menos redondo que cuando yo bailaba con ella, diciéndole al oído cosas equivocas, cuyo sentido parafraseaban sus ojos y su aliento; en sus pies, por último, que yo pisé tantas veces, cuando íbamos en coche, acompañados de la sombra de Nino de su ya destronada tía, a Carabanchel o a la Alameda de Osuna...
Pedro Antonio de Alarcón
Los aguerridos Troyanos agolpan la mayor parte de sus fuerzas a la izquierda, por hallarse la derecha, ceñida por el río, y defienden los anchos fosos, mientras otros ocupan las altas torres, afligidos al ver las dos cabezas, ¡Ay!
Pero ni esa cabeza duliquia, bajo el yelmo de Aquiles, pesos tan grandes soportará, ni la no poco pesada y grave asta de Pelias puede ser para unos no aguerridos brazos ni el escudo, del vasto mundo labrado con la imagen 110 convendrá a una cobarde y nacida para los hurtos izquierda: para qué pretendes, que te hará flaquear, malvado, un regalo, que a ti, si del pueblo aqueo te lo donara el yerro, razón por que seas expoliado te será, no por que seas temido del enemigo, y la huida, en la que sola a todos, cobardísimo, vences, 115 tarda te habrá de ser tirando de cargas tan grandes.
Populonia, su patria, le había dado seiscientos mancebos aguerridos, y otros trescientos la isla de Ilva, suelo pródigo de sus inagotables hierros.
¡Desgraciada de ella el día en que las semillas de los Dulces y de los Izquierdos fructifiquen en el seno de aquellos leales y aguerridos batallones!
Luego el rey mandó llamar a los príncipes de su corte y a sus más altos dignatarios y, reunidos en concejo, se dijeron los unos a los otros: ¿Cómo obraremos con esas gentes, que traen un ejército numeroso a sus órdenes, y que son jefes aguerridos?
De Guatemala los Mayas emigraron a Yucatán, llevando consigo solamente sangre Quiche y los elementos de su talento, que más tarde fueron transportados hasta las costas del Ecuador, especialmente a Cuenca y Cañar, amalgándose con la Civilización de los aguerridos Cañaris, pobladores primitivos de las Provincias del Azuay, Cañar y El Oro, estableciéndose en forma masiva especialmente en la Hoya de Zaruma, con denominaciones varias que las tomaban de los lugares fijados para residir y fundar sus pueblos.
, Hernando de Soto, que había sido uno de los conquistadores de Nicaragua y que disfrutaba de fortuna y honores, como primer regidor de la ciudad de León, acogió á Nicolás de Rivera el Viejo, que fué á proponerle, en nombre de don Francisco Pizarro, que tomase parte en la conquista del Perú. Soto se unió á Pizarro, en Panamá, con dos buques, en los que traía sesenta hombres aguerridos y diez caballos.
Y entrambos luchaban en torno de Cebriones como dos hambrientos leones que en el monte pelean furiosos por el cadáver de una cierva; así los dos
aguerridos campeones Patroclo Menetíada y el esclarecido Héctor, deseaban herirse el uno al otro con el cruel bronce.
Homero