Chocome aquella máxima, y fuese pueril vanidad, fuese temor de que por apocado me tuviesen, adoptéla por regla general de mis
aficiones.
Mariano José de Larra
Pero yo luché, y al cabo de poco tiempo de ese empeño en cerrar mi corazón a las
aficiones que pudieran llegar a dominarle, agregado esto a la necesidad de viajar y variar de objetos, en que las revoluciones del principio del siglo habían puesto a mi familia, lograron hacer de mí el ser más veleidoso que ha nacido.
Mariano José de Larra
Las
aficiones que ustedes me conocen al estudio de las razas humanas acaso las tenía entonces más arraigadas que ahora, a pesar de mis quince o veinte folletos y mis dos libros voluminosos publicados por el editor Alcan...
Emilia Pardo Bazán
Aunque sus aficiones intelectuales y los recuerdos de las enseñanzas domésticas le inclinaban a las ideas que se suele llamar reaccionarias, en punto a lumbreras admiraba las de todos los partidos y escuelas, y lo mismo se pasmaba ante un discurso de Castelar que ante una lamentación de Aparisi.
Terminado su período presidencial y concluida por otra parte – además – la Guerra de la Triple Alianza con el Paraguay, Mitre debió, en buena lógica, atenerse al goce de poder pensar exclusivamente en sus personales aficiones y sus compromisos antiguos y truncados por el deber partidario y cívico inexorable.
Valiente en el combate, magnífico en sus larguezas y exquisito en sus
aficiones artísticas, como los Médicis, festejaba en su palacio a pintores y poetas y recibía en su cámara privada a los sospechosos alquimistas de entonces, que si no consiguieron fabricar oro, no ignoraban la fórmula de destilar activos venenos.
Emilia Pardo Bazán
Pocas veces un jurista se hallará dotado de más sólida preparación en filosofía. Por ello, es un libro que va dirigido a muy pocos, dada la infrecuencia de las aficiones filosóficas en nuestro país.
Aun dando de barato que, substrayéndose la mujer al rigorismo de los padres y al medio social ó ambiente prosaico en que vivía, se desper- tasen en ella aficiones p oéticas, mal podía cultivarlas por ca- rencia de libros, que rara vez nos venían de España; amén de que muchos sólo de contrabando podían llegamos, por no consentir el gobierno de la metrópoli que circulasen en el Nuevo Mundo.
II Si don Simón Bolívar no hubiera tenido en asunto de fal- das, aficiones de sultán oriental, de fijo que no figuraría en la Historia como libertador de cinco repúblicas.
Y aquí estoy —obligado— en vuestra presencia y dispuesto, con harta preocupación, a hacerme acreedor a la confianza —y en vuestra confianza anida el peligro que corréis y al que antes aludí— que en mí depositáis llamándome a suceder, en su misma silla Q, al Almirante Rafael Estrada Arnaiz,1 gallego como yo lo soy, marino como yo no llegué a serlo, ¡ay, las remotas vocaciones y aficiones, y cómo se las llevó la mar!, y hombre ilustre por tantos conceptos que yo jamás alcanzaré.
Y no se arguya que el recurso empleado por Galdós 'que debe de tener aficiones espiritistas) lo ha usado, entre otras eminencias de las letras, el gran Shakes¡ eare; y que el inol- vidable Zorrilla llevó también á la escena la sombra de doña Inés, en su Don Juan Tenorio; mas tuvo el buen sentido de bautizar su drama con el calificativo de drama fantástico, y bien se sabe que en el terreno de la fantasía y dfc la leyenda rancia, caben los milagros y todas las ánimas benditas del Pur- gatorio, y hasta las del Limbo.
Supimos más tarde que João Francisco, conociendo las
aficiones timberas del jefe aludido, su enemigo, había ordenado la razzia con el especial objeto de darle un mal rato.
Florencio Sánchez