Cuando hubimos escuchado estas objeciones, nos enfadamos mucho, como en seguida lo confesamos, de que después de haber estado tan bien persuadidos por los razonamientos anteriores, vinieran éstos a perturbarnos con sus dificultades y a sembrar en nosotros la desconfianza, no sólo de todo lo que se había dicho, sino además de todo lo que en el porvenir pudiéramos decir, puesto que creeríamos siempre que no seríamos buenos jueces en estas materias o que estas serían por sí mismas poco susceptibles de ser conocidas.
Mas la sabia intuición del maestro y su tacto consecuente, siempre captará, aún en los más abruptos, la presencia de tierra fértil donde pueda, poeticidad trillada, sembrar la inquietud y la persistencia del saber y la búsqueda del reto creador.
Queremos aclararle también que no pertenecemos a ninguna otra fuerza u organización más que nuestro EZLN, usted junto con sus cómplices nos está acusando de terroristas, de narcotraficantes, de delincuentes, etc., pero queremos decirle la verdad, si es que usted no lo sabe, los delincuentes, terroristas, narcotraficantes son ustedes, son los mismos que forman su gabinete, son sus mismos soldados quienes trafican con drogas, quienes obligan a los campesinos indígenas a sembrar mariguana y otros estupefacientes.
Más allá, comprendía que para sembrar en los surcos de las almas, de su tierra, necesitaba cada vez mejores semillas y sólo podría obtenerlas en la metrópoli de México.
Y así, unidos, puesta nuestra fe en la humanidad joven, en el mexicano nuevo, en el habitante de una no lejana época de esplendor, luchar por la transformación de lo rutinario en acción de vida, de lo abyecto en sublimidad, de lo oscuro en clara certeza de verdades. Por último, en nadie más que en nosotros los maestros está el poder de sembrar ideales y realidades.
Sí, Rosario María, porque quien siembra amor, cosecha amor y tú, sí fuiste campesina. Comenzaste a sembrar en primavera, proseguiste a pleno sol por el verano y en el otoño, contemplaste los trigales de tu obra.
¿Quién nos detendrá? ¡Tanto tanto y tanto hay que sembrar! Hoy son los años noventa; han pasado ya cincuenta y su pulso tiembla ya.
¡Pos quién si no tú es la que por no agurrirse, cuando te agurres, se ha entretenío en sembrar esa malita yerba en el pecho de Joseíto!
Ansí mismo, señalarán otros dos solares para en que se haga Hospital de los españoles y naturales, en parte donde la dicha Ciudad, con el mal olor, no reciba daño, y para los dichos Hospitales se señalarán cincuenta hanegas de tierra para sembrar.
¡Dichos para meditar y traer a razón a los hombres de buena fe que contribuyan sin saberlo a sembrar vientos como entonces quiso don José Ballivian, sin pensar que éstos se reproducen fatalmente en agobiadora cosecha de tempestades!
Y no cesaba en mis intentos... Debía encontrar el medio... Debía
sembrar el buen amor... el amor verdadero... el que se derrama sobre la humanidad...
Antonio Domínguez Hidalgo
Los indios naturales volvieron y asentaron adonde es la parroquia de San Lázaro, y estos dicen que ellos son llactayoc, que significa: criollos originarios de aquel pueblo, porque todos los demás son mitimaes de diversas partes que, por orden del Ynga, se quedaron, y también convidados de la fertilidad de la tierra, porque la ceniza la engrosó a multiplicar después, de suerte que se pudo habitar y sembrar mejor que antes la tierra.