Frederick Douglass, un esclavo que logró escapar a New York, comentó en 1845: A medida que se encaminaban (al trabajo), los esclavos hacian reverberar los antiguos y densos bosques con sus canciones, en millas a la redonda, mostrando al unísono la mayor de las alegrías y la más profunda de las tristezas.
Mientras lo hacía, se dice en las fuentes que "una multitud de indios sic, que llenaron completamente la plaza, vieron el lamentable espectáculo de que su señor e Inca iba a morir, ensordecieron los cielos, haciéndolos reverberar con sus llantos y lamentos" (Murúa 271).
Su peculiaridad consiste en apreciar sus singulares amaneceres con efectos ópticos del sol que dan la impresión de reverberar sobre las nubes que cubren la selva del lugar.
¡Mi juventud!, espléndida al intenso
reverberar de tu alma ingenua y pura, con brisas de verano por incienso, y por palma de triunfo tu hermosura.
Rafael Pombo