No os quepa duda de que eran extravagantes. Abundaba la ostentación y el brillo, lo ilusorio y lo picante..., mucho de lo que después se ha visto en Hernani.
Por los años de 1807 existió, en la calle ancha de Cochar- cas (hoy Buenos Aires), la más afamada picantería de Lima, como que en ella se despachaba la mejor chicha del Norte y se condimentaban un seviche de camarones y unas papas ama- rillas con ají, que eran cosa de chuparse los dedos. Los do- mingos, sobre todo, era grande la concurrencia de los aficio- nados al picante y á la rica causa de Trujillo.
Así ocurre también con sus wits, que introducen en la realidad el arbitrio incondicionado cuyo brillo confiere al ingenio lo romántico y lo picante, y así viven ingeniosamente; de ahí que su talento se torne en extravagancia.
«Es claro -contestó el interpelado-, cuando vuecelencia mande que se acabe». Agrega el cronista que el virrey tomó por lisonja fina la
picante y epigramática respuesta.
Ricardo Palma
—¡Vive Dios —exclamó Curval—, qué pasión! Ahí por lo menos hay sal, hay picante. —La tengo erecta como la de un asno —dijo el duque—.
Ya con todo género de especierías, con nueces, almendras y ajonjolí, condimenta el morisco alfajor, picante y aromático; ya la hojuela frágil, liviana y aérea; ya el esponjado piñonate, y ya los pestiños con generoso vino amasados: sobre todo lo cual derrama la que tanto abunda en aquellas comarcas, silvestre y cándida miel, ora perfumada de tomillo y romero en la heroica y alpestre Fuente-Ovejuna, que en lo antiguo se llamaba la Gran Melaría; ora extraída, merced á las venturosas abejas, del azahar casi perenne, que se confunde con el fruto maduro por todos los verdes naranjales, en las fecundas riberas del Genil y del Betis.
Tocóle turno á Lerzundi, y dijo: —Pues, señores, cuando yo era mozo y alegroncillo con las hijas de Eva, fui una tarde con otros camaradas á la picante- ría de ña Petita en el Cercado.
Juanito, sin poderlo remediar, miraba con mayor complacencia a Micaela, que, de las tres, era, sin género de duda, la más
picante, la más análoga a otras que allá en la gran urbe habían entretenido gratísimamente sus ocios de soltero...
Emilia Pardo Bazán
No hay nada más picante que un hombre genial que posee modales; o sea, cuando él los posee, pero no cuando ellos le poseen a él: esto último conduce a la petrificación espiritual.
Al fin, la autoridad tuvo que darles suelta; pero como en el pueblo había una muchacha de respingón y ojo alegre, conocida con el apodo de la Coquerita, oriunda de Huancayo, que sabía leer y escribir y que siempre andaba echando versos a sus galanes, por si era o no ella la autora del pasquincito, y sobre todo por hacer que hacemos y contentar al virrey, resolvieron corregidor y letrado expedir auto conforme a las ordenanzas de Birlibirloque, y desterrarla del pueblo en compañía de un su hermano, chico diestro en el sublime arte de la rufianería. Alguien debía pagar el
picante, y la Coquerita fue la pagana.
Ricardo Palma
Pasé las veladas con míster y mistress Micawber durante el tiempo que nos quedaba todavía por vivir bajo el mismo techo, y creo que nuestra amistad aumentaba a medida que el momento de nuestra separación se aproximaba. El último domingo me invitaron a comer y tomamos un trozo de cerdo fresco con salsa picante y un pudding.
Sus flacas piernas vacilaron al dar el salto, y su cara amarillenta, pergaminosa, se contrajo penosamente al herirla un
picante rayo solar.
Emilia Pardo Bazán