Pocos días después, una noche que fatigada de un largo paseo me había acostado temprano, el lebrel que dormía a mis pies, se despertó aullando.
Llevaba un gran
lebrel, el cual echó a correr hasta el árbol que servía de morada a la princesita y se puso a saltar en derredor, sin cesar en sus ladridos.
Hermanos Grimm
Se veían algunas recostadas en coches rodando por los parques, donde un lebrel saltaba delante del tronco de caballos conducido al trote por los pequeños postillones de pantalón blanco.
El régimen militar ha creado en los alemanes un doble espíritu de obediencia al superior y despotismo al inferior o más débil: el príncipe y el gañán brutalizan a su mujer o la cubren de improperios; el institutor, más parece cabo de escuadra que director de niños; el feld mariscal, ante el amo supremo, tiene lameduras de lebrel y arrastramientos de culebra.
Fatigaré tu oído de preces y sollozos, lamiendo,
lebrel tímido, los bordes de tu manto, y ni pueden huirme tus ojos amorosos ni esquivar tu pie el riego caliente de mi llanto.
Gabriela Mistral
Mi cuna se ha mecido entre pastores, a la sombra oscilante de la encina que mueve, al revolar por los alcores, el viento de la sierra convecina; y han arrullado mi niñez las quejas de la tórtola errante en los oteros, y el zumbido letal de las abejas que en Espuña desfloran los romeros; y mi oído infantil han halagado, repercutiendo allá de risco en risco, los silbos del zagal que descuidado conduce las ovejas al aprisco; y el sueño he conciliado, pobre infante, al siniestro gañido del lobato, y al ladrido del perro vigilante que en la sombra nocturna guarda el hato; y más tarde, entre jaras y quejigos, me han prestado su noble compañía el potro y el lebrel, fieles amigos, de mi remota juventud un día.
Con animosa hambre y con denuedo forceja con quien quedo estar le manda, como
lebrel de Irlanda generoso qu’el jabalí cerdoso y fiero mira; rebátese, sospira, fuerza y riñe, y apenas le costriñe el atadura qu’el dueño con cordura más aprieta: así estaba perfeta y bien labrada la imagen figurada de Fernando que quien allí mirando lo estuviera, que era desta manera lo juzgara.
Garcilaso de la Vega
Un aullido lúgubre respondió a esta siniestra palabra que yo pronunciaba entre lágrimas. Era mi lebrel que había venido a colocar su cabeza sobre mis rodillas, y me miraba con ojos extraviados.
29 Tres cosas hay de hermoso andar, Y la cuarta pasea muy bien: 30 El león, fuerte entre todos los animales, Que no torna atrás por nadie; 31 El lebrel ceñido de lomos; asimismo el macho cabrío; Y un rey contra el cual ninguno se levanta.
En este lugar me recuerdo yo haber escapado de un grandísimo peligro de muerte, el cual fue éste: un labrador de allí envió en presente al señor de aquella casa un cuarto de ciervo muy grande y grueso, el cual recibió el cocinero y lo colgó negligentemente tras la puerta de la cocina, no muy alto del suelo; un lebrel que allí estaba...
Se pierde de la vista al poco trecho del bravo paladín; más poco tarda, que vuelve con el arma, pues se ha hecho traer el fuego y la mortal bombarda; y detrás de una roca está al acecho, como el experto cazador aguarda con venablo y lebrel que algún salvaje jabato atropellando el monte baje; que piedra y ramas al pasar derrumba, y allá a do orienta su orgulloso paso, parece que con tal fragor sucumba la selva y se deshaga el monte al paso.
Templado pula en la maestra mano El generoso pájaro su pluma, O tan mudo en la alcándara, que en vano Aun desmentir el cascabel presuma; Tascando haga el freno de oro cano Del caballo andaluz la ociosa espuma; Gima el
lebrel en el cordón de seda, Y al cuerno al fin la cítara suceda.
Luis de Góngora