Morir per te!, gemían, dirigiéndose a una amante desconocida, con ansioso apasionamiento, como si fuese el mayor de los placeres renunciar por ella a la existencia. ¡Oh, qué
irritante mentira!
Vicente Blasco Ibáñez
De estas agrupaciones, autorizadas o no por el Gobierno, hay muchas historias de atropellos, de abusos y de asesinatos siempre en beneficio de la empresas. ¿Quién no sabe o no conoce la diferencia irritante que norma la construcción de los campamentos de las compañías?
Mahomet, orondo, gordo, con las mejillas lustrosas, recibía el saludo del mozo de las navajas con ostensible tiesura y dignidad. Pero el joven, como si esa actitud no fuera con él, arrancaba en el
irritante "si" bemol: Ja...
Roberto Arlt
La inflación no cede; la inflación irritante, molesta, injusta, no cede; pero ya no estamos como estuvimos: con inflación y con desempleo; con inflación y con recesión.
sa-hibu 1 hemmi li in-nel hemma… Al mismo tiempo de cantar la
irritante cancioncilla, asentaba una de sus navajas en una negra lonja de cuero.
Roberto Arlt
Y, precisamente allí, de brazos cruzados frente a su sillón, estaba el mancebillo cingalés canturreando, como de costumbre, en el
irritante "si" bemol: Ja...
Roberto Arlt
No conforme Cárdenas con tener en la pobreza más irritante al campesinaje del país, destruyó con mano férreala región Lagunera que antes fuera zona fecunda y floreciente de agricultura industrializada, convirtiéndola actualmente en campo de miseria, arrojando al mismo tiempo al Estado de Yucatán hacia la ruina también, como consecuencia de los ensayos y aplicaciones de la decadente y desprestigiada doctrina comunista.
El
irritante enigma que preocupaba a Calixto le obligó a pensar incesantemente en la esposa de su tío, a tenerla presente día y noche.
Emilia Pardo Bazán
También le aburría aquel rebaño humano, de vulgaridad monótona; también se le puso en la boca del estómago el canónigo aquel, de tan buen diente, de una alegría
irritante y que ocupaba en la mesa redonda el mejor puesto.
Leopoldo Alas
FRIESHARDT.––Guarda para ti tu fianza; nosotros obedecemos a la consigna. Vamos; ¡a la cárcel! MELCHTHAL.––¡Irritante violencia! ¡Y sufriremos que impunemente nos lo roben!
Cristina amaba como ninguna otra mujer al adorador anónimo; a este amante no había renunciado, ni aun después de leer a San Juan y a Schleiermacher; pero temía mirarle cara a cara en los ojos de una de sus personalidades, porque el descaro estúpido, la envidia grosera y cruel y otras cien malas pasiones, le habían devuelto más de una vez miradas de cínica audacia, de repugnante malicia o de irritante desprecio.
Y cuando le había vuelto a bajar la cabeza y estaba dispuesta a empezar de nuevo, era muy irritante descubrir que el erizo se había desenroscado y se alejaba arrastrándose.