No tocaba el fondo de la caja, sino que estaba sostenido por una especie de aro metálico fijo mediante siete soportes horizontales -curiosamente diseñados- a los ángulos interiores del estuche, cerca de su abertura. Esta piedra, una vez limpia, ejerció sobre Blake un hechizo alarmante.
Por otra parte, E, es referencia a El encanto es la hermosura, en la edición de El encanto es la hermosura y el hechizo sin hechizo, incluida en Cythara de Apolo, de Salazar y Torres, de 1694.
Una urdimbre de fuerzas oscuras parecía imponer un orden en aquel caos, ofreciendo a un tiempo la clave de todas las paradojas y arcanos de los mundos que conocemos. Luego, de pronto, su hechizo se resolvió en un acceso de terror pánico.
¿Y qué? ¿rindió la firmeza de Isabel? MARSILLA. Es poco hechizo el oro para quien ama. Su padre, sí, deslumbrado.... ZULIMA. ¿Tu amor dejó desairado, privándote de tu dama?
(Vase.) CELESTINA A Diós. Un hechizo se me traza tan prohibido que tiene cuatro palmos más de marca. (Vase.) Jornada primera - Escena III (Sale DON DIEGO con algunos.) DON DIEGO Cobardes, vuestra osadía habéis de ver castigada, aunque estoy solo.
¿Pensarás que, como suele en la enemiga ribera el cocodrilo atraer al peregrino a sus quejas, y, alevosa la piedad, a su rüina le lleva, que así tú, al hechizo blando de tus fingidas cautelas, aunque el peligro conozca, harás que al peligro vuelva?
(Sale la justicia y TACÓN, y las damas se tapan.) La justicia. TACÓN ¿Si para esto habrá otro hechizo? DOÑA BEATRIZ (Aparte.) ¡Ay mujer más infeliz!
Del centro del valle salía un canto embriagador. Sorprendido, aparté las ramas de los tupidos matorrales y mis ojos se cegaron ante el hechizo que se manifestó delante de mí.
Escuché, si lo advertistes, decir a mi hechizo bello, que esta noche era forzoso sangrarse; y yo todo fuego, todo amor, todo locura, logré mis atrevimientos, sin deciros dónde iba.
-Ese es -respondió la Princesa- el castillo de Albatroz, el que está encantado, sin que nadie pueda deshacer el hechizo, y ninguno de los que lo han intentado ha vuelto de allá.
Y aquella señora aupaba a la perrita, la estrechaba contra su corazón de un modo delirante... -Gipsy, tesoro,
hechizo, bruja, ¿quién te quiere, di?
Emilia Pardo Bazán
Juan dirigió una plegaria a Dios; nuevamente sumergió el ave en el agua, y en el mismo instante quedó convertida en la hermosísima princesa. Era todavía más bella que antes, y con lágrimas en los maravillosos ojos le dio las gracias por haberla librado de su
hechizo.
Hans Christian Andersen