46 Ya la primavera, desheladas, vuelve a traer las templanzas, ya del cielo equinoccial el furor, con las agradables auras del céfiro, calla.
Poco a poco, en vez de pavo de carne, se convertía en pavo de cartón iluminado, muy bien modelado, sostenido en dos patitas de alambre. Y oía exclamaciones de
furor en la cocina.
Emilia Pardo Bazán
¡Estoy vengado! Después, loco de
furor, seguí matando..., y maté... hasta después de anochecido..., hasta que no había un cristino en el campo de batalla.
Pedro Antonio de Alarcón
Cuando ve que su hermano le es hurtado Celindo se llegó, de furor lleno, a Zerbino y pensó verse vengado; mas él, asiendo al corredor del freno, lo echó adonde jamás se ha levantado ni más pudo comer cebada o heno; pues tanta fuerza de su brazo extrajo, que a jinete y corcel mató de un tajo.
Porque una peña firme le resiste, Contra ella va, la mina, la combate; Si su furor rebate, Con furor nuevo insiste, De un salto dan sus aguas en la peña, Y un salto á otro más algo las empeña.
Semejantes a los coribantes, que no danzan sino cuando están fuera de sí mismos, los poetas no están con la sangre fría cuando componen sus preciosas odas, sino que desde el momento en que toman el tono de la armonía y el ritmo, entran en furor, y se ven arrastrados por un entusiasmo igual al de las bacantes, que en sus movimientos y embriaguez sacan de los ríos leche y miel, y cesan de sacarlas en el momento en que cesa su delirio.
La ley natural y la cristiana enseñan y persuaden a no exponer a los últimos rigores de la guerra templos, edades, mujeres indefensas, personas dedicadas a Dios, y finalmente, todo lo que comprende el pueblo católico, a las más funestas y trágicas miserias que trae consigo el furor de una licencia militar que no respeta iglesias ni considera la pueril edad, ni deja intacto el sagrado de la virginidad y del todo extermina y profana lo más reservado y religioso.
Perezoso, con vacilante languidez, sus ojos el sopor les cubre: se marcha, en la quietud muelle, el rábido furor de su ánimo, pero cuando, de cara áurea, el Sol con sus radiantes ojos lustró el éter blanco, los suelos duros, el mar fiero, 40 y expulsó de la noche las sombras con sus vivos corceles, entonces el Sueño, de la despierta Atis huyendo, rápido se marcha; trepidante su seno, lo recibe la diosa Pasitea.
Al nombre odiado de Landolfo, Orso se estremeció de
furor, y desnudando el puñal, iba a atravesar la garganta del pequeño...; pero éste, apacible, le sonreía, y su sonrisa era la sonrisa encantadora, inolvidable, de Lucía cuando su padre la acariciaba, en los días de la niñez.
Emilia Pardo Bazán
El mar sacudía sus hirvientes olas con furor creciente; el viento azotaba como con invisibles látigos el dorso de las olas que se encrespaban al poderoso castigo; en el cielo amontonábanse las nubes cerrando el paso a los rayos del sol, que ponía en ellas fantásticos cárdenos matices de un fulgor amarillento.
Al oir estas palabras, pronunciadas con esa enérgica entereza que sólo pone el cielo en boca de los mártires, Daniel, ciego de
furor, se arrojó sobre la hermosa hebrea y derribándola en tierra y asiéndola por los cabellos, la arrastró, como poseído de un espíritu infernal, hasta el pie de la cruz, que parecía abrir sus descarnados brazos para recibirla, exclamando al dirigirse a los que los rodeaban: —Ahí os la entrego; haced vosotros justicia de esa infame, que ha vendido su honra, su religión y a sus hermanos.
Gustavo Adolfo Bécquer
Texto Habiendo de pasar César a África contra Catón y Scipión, dejó a Bruto en la Galia Cisalpina por buena dicha de aquella provincia; porque, como las otras provincias, por la avaricia y lujuria de los gobernadores, estuviesen peor tratadas de la insolencia de la paz que pudieran estarlo del furor del la guerra, esta sola provincia, en la virtud, religión y templanza de Marco Bruto restaurada de los robos de sus antecesores, respiraba gozosa y abundante.