sa-hibu l hemmi li in-nel hemma… A veces el sedero se encontraba con la mirada del barberillo fija en él, y entonces experimentaba una especie de ansiedad extraña, un género de incomodidad, que le hacía mover la cabeza como si el cuello de su abotonado
chaleco bordado en oro le ajustara demasiado en torno del pescuezo; pero Mahomet se vengaba de esta molestia no recurriendo jamás a los servicios del barberillo.
Roberto Arlt
Con los dedos trabados entre los ojales del
chaleco, el director proyectaba una mirada sagaz, a través de los párpados entrecerrados, al tiempo que sin rencor examinaba el demacrado semblante de Erdosain, que permanecía impasible.
Roberto Arlt
Lo primero que hizo fue mirar un reloj que con principesca delicadeza sacó de uno de los bolsillos de su
chaleco, compararlo con el de la parroquia y comprobar que iban a ser las ocho de la mañana.
Antonio Domínguez Hidalgo
Pepe, ya sentado, colocó el pavero contra la pared, al pie de la silla; desabrochóse el chaleco, se recogió los pantalones, retrepóse gallardamente en la silla y, sacando un pequeño abanico, dio comienzo a abanicarse mientras decía: -¡Camará!, que me han metío en el cuerpo un calenturón que me está jaciendo yesca.
-Vaya, más fijo que hay Dios que te merco toíto ese argahijo si te sales con la tuya. -Pos me voy a ganar er jornal, que tengo yo ya ganas de verme con tóas esas cosas en er chaleco.
Detrás de las mesitas no solía haber gente joven; la mayoría eran solterones, los cuales no creáis que fueran con peluca o gorro de dormir, pantalón de felpa, y
chaleco y chaqueta abrochados hasta el cuello, no; aunque ésta era, en efecto, la indumentaria del bisabuelo de nuestro bisabuelo, y así lo vemos retratado.
Hans Christian Andersen
La pellisa que sólo usaran los oficiales por escases del Erario, será en todo igual al dolmán con solo el agregado del rivete de piel de chinchilla o guillín, chaleco encarnado con el propio vivo, y una hilera de botones, y tres los oficiales.
Éramos una visión, con el pecho de atleta, las manos de petimetre y la frente de niño. Éramos una máscara, con los calzones de Inglaterra, el chaleco parisiense, el chaquetón de Norteamérica y la montera de España.
-Sí que es la chipé lo que estás tú platicando, Soledá; pero lo que no saben esas esgrasiaítas es que hay litri de ésos que to lo que llevan en los deos y en la pechera es de oro de peroles y que tiéen la ropa interior que es toíto un alambrao y que por dos pesetas son capaces de golver a conquistar er Perú; ¿Como que conozco yo uno de esos a quien le dicen don Penene, que el día que se come más de tres lentejas se tiée que alargar la trincha y que desabotonarse el chaleco.
Supóngase usté que aquella mañana me veo yo salir a mi tormento ya vestío de la alcoba, y naturalmente, como yo sé mil requetebién que él tiée menos barriga que un gusano de seda, pos naturalmente, me llamó la atención verlo que no se podía abrochar la chaqueta ni el chaleco.
Casaca corta, pantalón y botines de paño azul turquí, chaleco, solapas, bocas y cuellos de grana, vivos blancos, forro azul. Siete ojales largos en la solapa, y uno en el cuello figurándolos con seda del propio color de la grana.
Dio media vuelta lleno de alegría y contempló con aire sarcástico, entornando un poco los párpados, a dos militares: la nariz de uno de ellos tenía apenas el tamaño de un botón de chaleco.