Pero como aquel prócer era hombre de muy buen humor y tenía muchas noticias de Heredia,
célebre por sus chistes, por sus cambalaches y por su amor a lo ajeno..., con permiso del engañado dueño, dió orden de que dejasen pasar al gitano.
Pedro Antonio de Alarcón
quellos que consideran a la mujer un ser débil y vinculan en el sexo masculino el valor y las dotes de mando, debieran haber conocido a la
célebre Pepona, y saber de ella, no lo que consta en los polvorientos legajos de la escribanía de actuaciones, sino la realidad palpitante y viva.
Emilia Pardo Bazán
Verdad es que desde la
célebre discusión sobre el bello sexo, el Capitán había cambiado algo, ya que no de estilo ni de modales, a lo menos de humor..., ¡y quién sabe si de ideas y sentimientos!
Pedro Antonio de Alarcón
Cuando entré en el museo, un guía me indicó la sala donde se ubicaba la célebre dama y me advirtió que estaba prohibido el flash.
Esto es, en el célebre orgullo de la expresión, sus discípulos; sean hombres o mujeres, para eliminar el tan cacareado machismo de la gramática.
¿Y no vemos que en todas las artes quien ha recibido lecciones del Amor se hace hábil y célebre, mientras permanece oscuro cuando no está inspirado en ese dios?
En su extremo, justo enfrente de mí, vi la entrada de un café –hoy día consumido en un incendio célebre (pues la vida es un sueño)–, y que estaba relegado al fondo de una especie de hangar, bajo una bóveda cuadrada, de aspecto lúgubre.
Se trata de la célebre madame Lalande, la belleza del día por excelencia, y tema principal de todas las conversaciones en la ciudad.
Hay casos excepcionales, cuando una personalidad de gran relieve manda en la ciudad en que ha nacido; hay un caso célebre, que es de los tres gobiernos de Hernandarias.
Entonces el árbol se volvió célebre a causa de la adolescente; fue llamado Árbol Rojo de Cochinilla; fue pues llamado Sangre a causa de la sangre del Drago, así llamado.
Pero existía un océano de por medio, la ambición y la corrupción de sus designados para llevar a cabo sus mandatos; desde Hernán Cortés (quien llegó a México, prófugo de la ley de Cuba), hasta el último Virrey La frase célebre de las leyes que llegaban de la península era “se acata, pero no se cumple”.
-¿Entonces no le gusta su sonrisa? -Para ser franca, me agrada sonreírme de los que creen adivinarme… -¿Se siente cómoda en este célebre museo parisino, El Louvre?