Me reconocerás, y la clemencia y el amor brillarán en tu mirada cuando diga a tus pies confiadamente: Sefior, ¡he aquí tu esclava! Y tus plantas
besar será mi gloria, y por la gloria de
besar tus plantas.
Vicenta Castro Cambón
Las olas del mar se encrespan para
besar las furias de los protervos; burbujean para escupir lo que está por cima de sus bajezas. La conciencia de los déspotas, sucia charca, remeda pobremente las turbulencias del océano.
Práxedis G. Guerrero
La desdicha llega al morir su esposo y regresa a México, su amada Patria con los restos mortales del compañero de su vida después de más de tres décadas de permanecer alejada del país. Ella misma nos cuenta cómo al pisar nuevamente tierra mexicana, con el alma dolorida, se arrodilla para besar el suelo nacional.
Señor: Don Baltasar Zamángo, Cacique y Gobernador de San Esteban de Charapotó y reducción dice: que él ha venido aquí solo a besar los reales pies de Vuestra Majestad, y a informar de los servicios que a Vuestra Majestad ha hecho y del deseo grande que de aventajarse en el servicio de Vuestra Majestad tiene, lo cual ha hecho por otros memoriales dando a Vuestra Majestad cuenta de cómo él y su padre han administrado, muy fielmente esta gobernación; y en las ocasiones que se han ofrecido han servido a Vuestra Majestad y, particularmente, el llevando, a su costa, cien indios muy bien armados, de a pie y de a caballo, contra Tomás Candí, Corsario inglés, cuando fue sobre Manta; y los sustentó allí hasta que pasó a la costa de Nueva España.
¡Hija! ¡Margarita! Alzad. ISABEL. Dadme a besar vuestra mano. MARGARITA. Déjame el suelo besar que pisas. TERESA (a Margarita) .
HERNANDO. Hago bien; que en la corte es menester con este cuidado andar; que nadie llega a besar sin intento de morder. ANARDA .
Se estremeció como cuando tocó por primera vez la fría mano de Olimpia, y la leyenda de la novia muerta le vino de pronto a la memoria; pero al abrazar y besar a Olimpia sus labios parecían cobrar el calor de la vida.
La noche avanzaba, y al sentir acercarse el momento de la separación eterna no pude negarme la triste y sublime dulzura de besar los labios muertos de quien había sido dueña de todo mi amor.
¿Dónde buscarla cuando termine en Londres el negocio con Morrell y Blundell; dónde buscarla, porque necesito verla como necesito respirar, volverla a ver, bañar mi alma en la luz de sus ojos azules, besar sus manos largas y blancas, arrodillado a sus pies?
No acabó de decir esto el duque cuando don Juan, con estraña ligereza, saltó del caballo y acudió a
besar los pies del duque; pero, por presto que llegó, ya el duque estaba fuera de la silla, de modo que le acabó de apear en brazos don Juan.
Miguel de Cervantes Saavedra
Después, la crápula del cuerpo obstinado en experimentar sensaciones nuevas, la crápula del alma empeñada en descubrir nuevos horizontes, después todos los vicios y todas las virtudes, ensayados por conocerlos y sentir su influencia, me han traído al estado de hoy, en que, unos días, al besar una boca fresca...
Alcé la cabeza y miréla muy de espacio; lo cual visto por ella, con lágrimas en los ojos se vino a mí y me echó los brazos al cuello, y si la dejara me besara en la boca; pero tuve asco y no lo consentí.» CIPIÓN.—Bien hiciste, porque no es regalo, sino tormento, el
besar ni dejar besarse de una vieja.
Miguel de Cervantes Saavedra