Ahora bien, este abuelo era El del Tzité, llamado Antiguo Secreto; esta abuela era La de la Suerte, la de formación, llamada Antigua Ocultadora con Gigante Abertura.
Todas las demás tribus se sometieron cuando dieron la parte inferior de su horcajadura, la parte inferior de su axila, para ser abierta; ésa era la abertura de la cual había hablado Pluvioso; entonces se sacrificó a todas las tribus ante su rostro, entonces se arrancó el corazón por la horcajadura, por la axila.
¡Busca, busca! -gritaban las cabezas formando un marco gesticulante en torno de la lóbrega
abertura. Pero el explorador sólo encontraba coscorrones, pués al avanzar su cabeza chocaba contra las paredes.
Vicente Blasco Ibáñez
Los criados encuentran en una habitación a un señor vestido de frac, con una
abertura en la bóveda del cráneo, por la que se escapan piltrafas sanguinolentas, retorciéndose como un gusano sobre el raído tapiz.
Vicente Blasco Ibáñez
Análogamente a estas imágenes pueden surgir hipnagógicamente alucinaciones objetivas de palabras, nombres, etc., que luego se repiten en el sueño subsiguiente, constituyendo así la alucinación una especie de
abertura en la que se inician los temas principales que luego habrán de ser desarrollados.
Sigmund Freud
Havestadt se auto describe adaptado a la vestimenta del “roto chileno”, vestido “como todos los padres de la Compañía de Jesús, a excepción de la capa, en cuyo lugar, como se acostumbra entre la gente de Chile, usamos el poncho, vestido que consiste en que está confeccionado en forma de rectángulo ancho y largo, a manera de manta, en cuya mitad hay una abertura, por donde se mete la cabeza y de tal manera cae, que cubre, defiende y adorna todo el cuerpo conjuntamente con los brazos, cuanto uno quiere, además de “espuelas en los pies, y sobre el pecho el crucifijo grande de los padres misioneros, guía en el camino y en los peligros escudo, defensa y tutela”.
Mas apenas la línea había cogido que la abertura con la luz marcaba, oyó como de gente que lidiaba dentro del cuarto temeroso ruido.
Un instante después. trastabilló hacia atrás. cayó por la abertura y desapareció de mi vista. Me costó avanzar hasta la trampilla de la escalera.
Sentada allí, al pie del árbol, introducía en la cavidad de su tronco la carta para Sebastián, y después como jugando con las hojas secas, cubría esta abertura de modo que era imposible sospechar de tan inocente estratagema.
El cráneo se encontraba en un estado verdaderamente singular: manchado del mismo color amarillento y con una abertura de bordes carbonizados en su parte superior, como si un ácido poderoso hubiera corroído el espesor del hueso.
Por allí trepó uno de los periodistas, abrió la trampa deslizándola horizontalmente, pero al alumbrar con su linterna el fétido y negro recinto no descubrió más que una masa informe de detritus cerca de la abertura.
Pero si hubiese sabido de algún distinguido ladrón que practicando una brecha en el muro para introducirse en una mansión hubiese cuidado de adornar su abertura con un trébol gótico, para que al día siguiente al descubrir el robo se viera que lo había ejecutado un hombre de buen gusto, ciertamente Godinot Chevassut hubiera tenido a éste en mayor estima que a Bertrand de Clasquin o al emperador César, como poco.