Rompió las cataratas del diluvio, Cegadas al impulso soberano, Y encendió las entrañas del Vesubio, Que busca sin cesar otro Herculano.
La ciudad resucitada, habiendo sacudido una parte de su capa de ceniza, surgía con sus mil detalles bajo un día deslumbrante. El Vesubio recordaba a lo lejos su cono surcado de estrías de lavas azules, rosas, violetas, doradas por el sol.
¡Cuán gallardo se eleva el monte
Vesubio, ofreciendo desde lejos al viajero atónito sus atrevidos contornos, que se destacan sobre un apacible cielo y que encierran la figura de un ancho cono casi regular, desde que se separa de la montaña de Somma, a quien está unido por la base y con la que se cree que en tiempos remotísimos formaba un solo cuerpo!...
Ángel de Saavedra
Aliviaos de esos hierros, ocupad ese sillón, y tendedme vuestras manos, que a fe que me harán honor. Beltrán, que sirvan la cena; y en tan dichosa ocasión, Chipre, el Vesubio y Falerno nos presten gozo y valor.
La subida al
Vesubio debe hacerse de noche para gozar mejor del efecto del fuego y para admirar desde su elevada cumbre el amanecer, la salida del sol, y a la luz del nuevo día, el magnificentísimo país que señorea.
Ángel de Saavedra
¡Dios!, ¡carajos demonios!, ¡animales, sois unus estúpidos con vuestro viejo Dios! Y un torrente de imprecaciones discurrió como un río de lava ardiente en una erupción del Vesubio.
Dios los cría y ellos se juntan: al airoso hijo del Vesubio, de palabra redundante y de mirada torva, que a fuerza de paradas y de jeringonza gesticulante, ha logrado criar fama de malo, dándoles a los gauchos del pago las ganas de probarle las costillas, a la vez que cierto recelo para empezar, se ha pegado como garrapata, Ramón Olivares, español, acopiador de frutos, de boca más zafada que un juramento, y más guapo,-en palabras-, que el mismo Matamoros.
Y, a la verdad, motivo tienen para enorgullecerse de semejantes motes; pues es el caso que aquella tierra de Rota que tanto produce -me refiero a la de las huertas-; aquella tierra que da para el consumo y para la exportación; aquella tierra que rinde tres o cuatro cosechas al año, ni es tal tierra, ni Cristo que lo fundó, sino arena pura y limpia, expelida sin cesar por el turbulento océano, arrebatada por los furiosos vientos del Oeste y esparcida sobre toda la comarca roteña, como las lluvias de ceniza que caen en las inmediaciones del
Vesubio.
Pedro Antonio de Alarcón
Octavien, que lamentaba muchísimo no haberse encontrado en Pompeya el día de la erupción del Vesubio para salvar a la dama de los anillos de oro y así merecer su amor, no había oído una sola frase de aquella conversación gastronómica.
Y notamos que el
Vesubio, que desde lejos parece tan liso, unido y poco fragoso, tiene quiebras asperísimas, profundos valles y espantosos despeñaderos, semejante a aquellas personas que parecen de lejos y en visita tan apacibles y mansas de condición y que luego en sus casas y tratados de cerca se ve que son unos verdaderos tigres.
Ángel de Saavedra
La foto de los soldados norteamericanos torturando a los iraquíes es la ruptura del espacio entre el deseo y la acción, eso en masas es Auschwitz, esto en masas es "el
Vesubio"; y ese deseo como no está intermediado por la reflexión y la moral, es la humillación del otro, la vejación del otro Ahí, entre el deseo y la acción no hay nada.
Elisa Carrió
Y este siniestro pensamiento cobraba más fuerza al ver a su abuela Rosalía inflar los carrillos y soplar con brío, atizando el fuego, bien ajena, por cierto, de que todo un
Vesubio estaba ahí delante de sus narices, listo para hacer su inesperada y fulminante aparición.
Baldomero Lillo