Su doctrina se centra en la voluntad de Dios: el secreto del progreso espiritual está en la total aceptación de la voluntad de Dios, voluntad que, según el modo y grado en que la conocemos, se divide en exterior, que comprende la vida activa (I Parte), interior, que contiene la vida contemplativa (II Parte), y esencial, que habla de la vida supereminente (III Parte).
15 Por lo cual también yo, habiendo oído de vuestra fe en el Señor Jesús, y amor para con todos los santos, 16 No ceso de dar gracias por vosotros, haciendo memoria de vosotros en mis oraciones; 17 Que el Dios del Señor nuestro Jesucristo, el Padre de gloria, os dé espíritu de sabiduría y de revelación para su conocimiento; 18 Alumbrando los ojos de vuestro entendimiento, para que sepáis cuál sea la esperanza de su vocación, y cuáles las riquezas de la gloria de su herencia en los santos, 19 Y cuál aquella supereminente grandeza de su poder para con nosotros los que creemos...