490 El bosque dividido en islas pocas, fragante productor de aquel aroma que, traducido mal por el Egito, tarde lo encomendó el
Nilo a sus bocas, y ellas más tarde a la gulosa Grecia, 495 clavo no, espuela sí del apetito, que cuanto en concocelle tardó Roma fue templado Catón, casta Lucrecia, quédese, amigo, en tan inciertos mares, donde con mi hacienda 500 del alma se quedó la mejor prenda, cuya memoria es buitre de pesares.» En suspiros con esto, y en más anegó lágrimas el resto de su discurso el montañés prolijo, 505 que el viento su caudal, el mar su hijo.
Luis de Góngora y Argote
XLV La quietud de su dueño prevenida sin efusión de sangre, la campaña de Carrión le duele humedecida, fértil granero ya de nuestra España, pobre entonces y estéril, si perdida la mejor tierra que Pisuerga baña; la corte les infunde, que del
Nilo siguió inundante el fructuoso estilo.
Luis de Góngora
LII Prorrogando sus términos el duelo, los miembros nobles, que en tremendo estilo trompa final compulsará del suelo, en los bronces selló de su lucilo. De Pisuerga al undoso desconsuelo aun la urna incapaz fuera del
Nilo.
Luis de Góngora
Después el testamento y promesa que Dios hace a Abraham, propiamente manifiesta la tierra de Canaam y nombra en ella once naciones desde el día de Egipto hasta el grande río Eufrates; no desde el grande río de Egipto, esto es, desde el Nilo, sino desde el pequeño que divide á Egipto y Palestina, donde está la ciudad de Rhinocorura.
2 Callad, moradores de la isla, mercader de Sidón, que pasando la mar te henchían. 3 Su provisión era de las sementeras que crecen con las muchas aguas del Nilo, de la mies del río.
Así, por ejemplo, meditando el retiro, nunca escogerá Canopus (ciudad situada en la embocadura del brazo más occidental del Nilo, y proverbial entre los latinos por su moral libertina), bien que Canopus no prohíba a nadie ser ebrio, ni tampoco Baies, pues han devenido hostal de los vicios.
De la Osa al
Nilo, Del Catay a Marruecos, y de Goa A Boston, vi correr reinos, ducados E imperios, anhelantes tras las huellas De la felicidad y asirla casi Por los flotantes rizos, o a lo menos Por la cola del manto.
Marcelino Menéndez y Pelayo
y pues con mi cristal no tienen precio los que redundan del egipcio Nilo, estima mi deidad, y esta grandeza halle cabida en tu mayor belleza 18 que bien Endimión pudo villano y entre las selvas rústico vaquero, merecer de su amor gozar temprano, como sus brazos al primer lucero; que la luna, al mirarle tan lozano, no se curó del hábito grosero, antes de Latmia en la brefiosa cumbre mezcló con su sayal su blanca lumbre.
31 No las Sirenes tan malignas fueron a la sabrosa paz del navegante, cuyas fletadas gúmenas le hicieron por alta espuma peregrino errante; ni los gemidos falsos que encendieron la caridad del pobre caminante, contra cuya cerviz se armó de estilo y de asechanzas el caimán del Nilo.
Cartas sobre la mesa, Cards on the Table (1936). Muerte en el Nilo, Death on the Nile (1937). El testigo mudo, Dumb Witness (1937).
Como allá hay muchas palmeras, las columnas de las casas eran finas y altas, como las palmas; y encima del segundo piso tenían otro sin paredes, con un techo chato, donde pasaban la tarde al aire fresco, viendo el
Nilo lleno de barcos que iban y venían con sus viajeros y sus cargas, y el cielo de la tarde, que es de color de oro y azafrán.
José Martí
Supongo que un Egipcio hubiera dicho a un filósofo: "Yo desciendo en línea recta de los magos de Faraón, que convirtieron las varas en serpientes y las aguas del Nilo en sangre...