ajo el manto de estrellas de una noche espléndida y glacial, Roma se extiende mostrando a trechos
la mancha de sombra de sus misteriosos jardines de cipreses y laureles seculares que tantas cosas han visto, y, en islotes más amplios, la clara blancura de sus monumentos, envolviendo como un sudario, el cadáver de la Historia.
Emilia Pardo Bazán
Pues, por vida del licenciado Pascasio Gómez, que a su costa se saquen más de diez cautivos.” Y ansí nos fuimos hasta otro lugar de aquel cabo de Toledo, hacia la Mancha, que se dice, adonde topamos otros más obstinados en tomar bulas.
hiptálmica.
La mancha hiptálmica. Éste es mi dormitorio. Mi mujer dormía de aquel lado... ¡Qué dolor de cabeza!... Bueno. Estábamos casados desde hacía siete meses y anteayer murió.
Horacio Quiroga
Hay el hecho de la Concepción real y el fenómeno de la concepción ideal por el hombre de una Mujer que, no obstante haber vivido vida humana, se vio libre de
la mancha que la materia imprime a los hombres.
Ángel Ganivet
El padre del Tuerto, tío Bolina llamado, porque siempre al andar se ladeó de la derecha, sigue, a pesar de sus años, bregando con la mar, como el tío Tremontorio, y no por afición a ella, como diría muy serio un poeta del riñón de Castilla o de la Mancha, acostumbrado a mandar las maniobras y a conjurar tormentas desde un escenario o en el estanque del Retiro, sino porque viven de lo que pescan, y sólo pescan para vivir exponiendo la vida cien veces al año en el indómito mar de Cantabria sobre una frágil lancha.
—formuló al rato. Esto sí; torpeza y sonambulismo de las ideas, cuánto es posible. —No es nada—contesté—. Es
la mancha hiptálmica. —¿Mancha? —.
Horacio Quiroga
¿No es esto?... Es
la mancha hiptálmica. Una noche mi mujer se despertó sobresaltada. —¿Qué dices? —le pregunté inquieto. —¡Qué sueño más raro!
Horacio Quiroga
Mi mujer hizo un esfuerzo. —No puedo... No me acuerdo más que del título:
La mancha tele... hita... ¡hiptálmica! Y la cara atada con un pañuelo blanco.
Horacio Quiroga
—Un pañuelo blanco en la cara...
La mancha hiptálmica —¡Raro! —murmuré, sin detenerme un segundo más a pensar en aquello. Pero días después mi mujer salió una mañana del dormitorio con la cara atada.
Horacio Quiroga
Durante el día bromeamos aún con aquello, y de noche mientras mi mujer se desnudaba, le grité de pronto desde el comedor: —A que no... —¡Sí! ¡
La mancha hiptálmica! —me contestó riendo.
Horacio Quiroga
Gran ja, de los gamos de El Pardo, de la Albufera de Valencia, con sus espesas bandas de aves acuáticas, y de los cotos de
la Mancha y Extremadura, abundantes en perdices y liebres.
Vicente Blasco Ibáñez
Juan, llenando una concha de agua pura, la derramó sobre Jesús entera. La voz de Jehová tronó en la altura, y la raza de Adán la mancha impura perdió de su fatal culpa primera.