XXXV Confirmóse la paz, que establecida dejó en Vervín
Filipo ya Segundo, que las últimas sombras de su vida, puertas de Jano, horror fueron del mundo.
Luis de Góngora
XXXVI Alegre en tanto, vida luminosa el hijo de la musa solicita a la tea nupcial, que perezosa le responde su llama en luz ermita; en sus conchas el Savo la hermosa guardó al Tercer
Filipo Margarita cuyo candor, en mejor cielo ahora, suave es risa de perpetua Aurora.
Luis de Góngora
Salió Jesús con sus discípulos hacia los pueblos de Cesarea de
Filipo, y por el camino hizo esta pregunta a sus discípulos: ¿Quién dicen los hombres que soy yo?
La Biblia (Nuevo Testamento)
Es que Herodes era el que había enviado a prender a Juan y le había encadenado en la cárcel por causa de Herodías, la mujer de su hermano
Filipo, con quien Herodes se había casado.
La Biblia (Nuevo Testamento)
Y, por concluir con todo lo que no hace a nuestro propósito, digo que la edad que tenía
Filipo cuando pasó a las Indias sería de cuarenta y ocho años; y en veinte que en ellas estuvo, ayudado de su industria y diligencia, alcanzó a tener más de ciento y cincuenta mil pesos ensayados.
Miguel de Cervantes Saavedra
Poncio Pilato era gobernador de Judea, Herodes gobernaba en Galilea, su hermano
Filipo en Iturea y Traconítide, y Lisanias en Abilene; 2.
La Biblia (Nuevo Testamento)
26 Y envióle á su casa, diciendo: No entres en la aldea, ni lo digas á nadie en la aldea. 27 Y salió Jesús y sus discípulos por las aldeas de Cesarea de Filipo.
Los griegos se ocuparon mucho en trasladar hacia el tiempo de Amintas, de Filipo y de Alejandro; y en especial continuaron este oficio en Alejandría.
¿Qué es la causa, pues, mi río, que tantos años sirviendo no os den siquiera un estado que os pague en agua alimentos? Filipo os quiso hacer grande después de haberos cubierto delante de él con la puente, y él mismo os puso el sombrero.
Porque yo, cuando oigo decir antiguos, entiendo que son ciertos antepasados nacidos en remotos tiempos, y se me representan Ulises y Néstor, cuya edad sobrepuja a nuestro siglo casi en mil trescientos años; mas vosotros sacáis a Demóstenes e Hypérides, los cuales está bien averiguado que florecieron en los tiempos de Filipo y Alejandro, a quienes aún les sobreviven.
-Fue santo rey, y de virtud incomparable -dijo el nigromántico- según leí yo en las estrellas pronosticado. -Reina
Filipo IV días ha -dije yo.
Francisco de Quevedo
En otra parte, Demócrito y el divino Hipócrates, reclinados junto a un sepulcro ya destruido, conversaban profundamente a la sombra de unos cipreses mustios sobre la física del cuerpo animal, la brevedad de la vida, los acerbos males que la rodean, y los cortos y falaces medios que ofrece el arte para dilatar su fin; y más allá, Demóstenes, desde la tribuna de las arengas, conmovía al pueblo ateniense; le persuadía por algunos instantes a sacudir el yugo macedónico; excitaba en él estímulos de valor, recordándole las épocas gloriosas de sus triunfos, los nombres santos de Milcíades, Conón, Cimón y el justo Arístides; y oponiéndose, por una parte, a todo el poder de Filipo...