Terminada la inspección, bajaron a la planta inferior, pues el suelo es mucho más bajo por el lado del jardín que por el lado de la vía de las Tumbas, atravesaron ocho salas pintadas de rojo antiguo, una de las cuales está llena de nichos arquitecturales, como los que pueden verse en el vestíbulo de la sala de los Embajadores en la Alhambra, y llegaron por fin a una especie de sótano o de bodega cuyo destino lo manifestaban claramente ocho ánforas de arcilla apoyadas contra la pared y que debieron estar perfumadas de vino de Creta, de Falemo y de Másico, como las odas de Horacio.
En algunos casos, compañeros detenidos, estacionados, congelados en viejas prácticas "electoreras", que no electorales —que nosotros, por elemental higiene política, rechazamos, y nos sorprende que sean acogidas con entusiasmo por nuestros adversarios—, intentan recurrir al fraude: relleno de ánforas, votos de laboratorio, y al hacerlo cometen un crimen contra la democracia y una evidente tontería.
Después, de hojas de abeto en la tierra extendió una cama cerca de la llama del fuego. Llenó una colodra como de diez ánforas, después de ordeñar a las vacas, de blanca leche.
Cada vez que una aguadora cargada con sus
ánforas y con el peso de su embarazo pasaba ante la puerta de Berenice, la opulenta arrojaba una mirada de envidia a la miserable.
Emilia Pardo Bazán
No se sabía si las dos legas rezaban o se decían secretos del convento, porque el murmullo de sus voces se confundía con el murmullo del agua. Estaban llenando sus ánforas.
Embolismos y trampas pacíficas en las ánforas han reemplazado al democrático garrote de los aguadores, gre mio que ya no es más que uno de tantos recuerdos tradicionales
Delante del señor había varias mesillas enanas, donde en áureos y repujados azafates, en ligeros canastillos, en esbeltas ánforas y en cálices esmaltados, se ofrecían para regalo de la vista, del olfato y del paladar, licores, conservas y sazonados frutos.
Todo parecía indicar que esperaban a un invitado; flores frescas alfombraban el suelo, y las ánforas de vino estaban metidas en unas urnas llenas de hielo.
¡Sí, excelsos dioses: el perfume de las ánforas es mil y mil veces preferible! ¡Echadme vino! Echadme, pues, alegra toda la noche a la que ha sabido elegirlo.
No olvidemos señalar con piedra blanca este fausto día, ni reposen un momento las ánforas, ni demos paz a los pies, bailando a la manera de los Salios, ni la borracha Dámalis consiga vencer a Baso bebiendo al uso tracio, ni falten en la mesa del banquete las rosas, los lirios y el verde apio.
Por la faz de las Euménides, ruedan las primeras lágrimas; Tántalo olvida las ondas de las fugitivas aguas; Ixión detiene su rueda; los buitres, que las entrañas de Ticio devoran, cesan el cruel festín; con sus ánforas vacías al canto atienden de Belo las hijas pálidas, y hasta Sísifo sentado sobre su peñón descansa.
Cavando un poco, ¡pero qué digo cavando!, a flor de tierra tengo por indudable que los camafeos andarán a granel, las
ánforas, las urnas y los trípodes a tómatelas, y los anillos, collares, pendientes y medallas, poco menos que a puntillones.
Gustavo Adolfo Bécquer