Probó la llave de oro en la cerradura, y vio con alegría que ajustaba bien. Alicia abrió la puerta y se encontró con que daba a un estrecho pasadizo, no más ancho que una ratonera.
Al segundo lleváronlo a la muerte los crueles hombres, con novísimas artes, inventando un lígneo armadijo que llaman ratonera y es la perdición de los ratones.
¡Ay! ¡Que me desgaznatan! ¡Ay, el pescuezo torcido, estoy como en ratonera! ¡Despacio, cuerpo de Cristo! DOÑA BERNARDA Abrid esas puertas.
Hecho el último nudo, Farruco sonrió satisfecho. -Ahora -dijo- está en la
ratonera el ratón; ahora, tonto, es cuando se puede llamar a la vecindad...
Emilia Pardo Bazán
Su madrina la vació, y cuando sólo quedó la corteza, tocola con su varita, e inmediatamente convirtiose la calabaza en una magnífica carroza dorada. Fuese luego en busca de la ratonera, donde halló seis ratones, todos vivos.
Pensando estaba de qué haría un cochero, cuando la Cenicienta dijo: -Veré si ha quedado algún ratón en la ratonera y le convertiremos en cochero.
Ve a mirarlo. La Cenicienta volvió con la ratonera en la que había tres grandes ratas. La Hada escogió una entre las tres, dándole la preferencia por su barba; y habiéndola tocado con la varilla, se transformó en un fornido cochero con gruesos bigotes.
El calor sofocante, el polvo caústico, el infernal estrépito de los carruajes, el peligro de ser por ellos atropellado, los pillos callejeros y algunos otros mercaderes, el rescoldo de las bebidas, el veneno de los estancos, la brutalidad de los cocheros, el vandalismo de los revendedores, la inhospitalidad de todo el mundo, el materialismo, la usura de la civilización: éstas son para mí las únicas verdades de la corte.» Y eso que el buen hombre, gracias a su amigo, no había caído en la mayor ratonera de Madrid; no había sido martirizado en el más cruel de todos sus potros: en las casas de huéspedes; ni había, gracias a su corteza ruda y a su sencilla educación, visitado la corte por dentro .
Considere el lector, aunque yo callo, qué magnitud tendría lo que sacó, criado en un serrallo sin sujeción de bragas ni alcancía, y después se figure allá en su mente que esta mole indecente, enfilando la argolla en la trasera, quedó como ratón en ratonera.
—Pues desde anoche el jefe de máquinas, dando marcha atrás, intenta sustraerse a la corriente circulatoria que nos ha cogido en su rotación. Sus esfuerzos son vanos. Otros barcos están allí, atrapados como nosotros en la maldita
ratonera. Me vestí apresuradamente.
Roberto Arlt
La segunda ruina era un comerciante que, poderoso en otros días, había ido descendiendo rápidamente a la miseria por sus incesantes prodigalidades, y que, mantenido de limosna por un antiguo criado suyo, vivía a la sazón en una especie de ratonera abuhardillada, en donde solía pasar las horas filosofando tranquilamente, como si se hallase todavía en sus salones cubiertos de alfombra y de espejos de Venecia.
Pero también querrás saber si es que es algo más que una pobre
ratonera en la Babilonia de la información, o más bien un laberinto de túneles, más y más conectados, pero entregados sólo al callejón sin salida del parasitismo pirata.
Hakim Bey