Dice que el nombre del poeta es sombra y tipo de deidad santa y secreta, y que Ennio á los poetas santos nombra. Aristóteles diga qué es poeta, Plinio, Estrabón, y díganoslo Roma que dio al poeta nombre de profeta etcétera.
Este trabajo no es obra mia; traduccion literal en parte y en parte compilacion de la vida del profeta, publicada por Sabary al frente de su traduccion del Korán, llena completamente mi objeto y sobrepuja á cualquiera otra obra de este género que yo hubiera podido producir.
Que otras de un mismo nombre habrá que esta mucho antes, el profeta testimonia: una ceñirá en su altiva testa la corona del reino de Panonia; otra, en cuanto deje la molesta carga mortal, en la comarca ausonia venerada será por sus ejemplos con incieso y estatuas en los templos.
Y acaso alguna de ellas será la formidable Que circundó la cumbre del alto Sinaí, En tanto que el ardiente misterio impenetrable (227) Que iluminó al profeta se fermentaba allí.
Si su álito llegara al harpa del poeta, Si á mí, Señor, bajara tu espíritu inmortal, Mi corazon henchido del fuego del profeta Cantára, y no tuvieran sus cánticos igual.
"De pronto Alí me hizo una señal. Me acerqué a él y dijo: "-Estos perros enemigos del
Profeta saben que estoy enfermo. "Lo miré, sorprendido, a él y a los cargueros.
Roberto Arlt
Aquél era mejor, porque poseía un ímpetu multiforme: destruía ciudades y danzaba ante el arca. Zagal y hondero, capitán, poeta y bailarín, adúltero y profeta.
Yo, remolcando en mi barquilla débil la indolente fortuna del poeta, sin envidiar el astro del profeta cantando alegre por la mar iré.
a Perla de Gran Precio es una selección de materias o temas de gran valor que se relacionan con muchos aspectos importantes de la fe y de la doctrina de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días. El profeta José Smith preparó estos temas y se publicaron en los periódicos de la Iglesia en su época.
Cuando Agatón terminó de hablar, le aplaudieron todos los oyentes, que declararon que había hablado de una manera digna de un dios y de él; después se dirigió Sócrates a Eryximacos: Y bien, hijo de Acumenos, dijo, ¿no tenía yo motivos de temor y no he sido buen profeta cuando os anuncié que Agatón pronunciaría un admirable discurso y me pondría en un grave aprieto?
¡Mas te imploro, dime ya, dime, te imploro, si existe algún bálsamo en Galaad!" Dijo el cuervo: "Nunca más". "¡Profeta! -grité -, ser malvado, profeta eres, diablo alado!
llagantes. Volcánicas rocas sin aliento... —otro de los muchos exclama ardiente como
profeta al pueblo—. Barbarie anímica... Desdicha eterna...
Antonio Domínguez Hidalgo