En invierno tenía buena lumbre; y al llegar la noche siempre encontraba una silla, una estera o un trapo que le sirviera de cama.
Trastos viejos, rollos de
estera, pabellones de telaraña, constituyen todo el mobiliario de esta tenebrosa estancia, por la que discurren a su sabor algunos ratones.
Gustavo Adolfo Bécquer
El Barranco por aquellos tiempos apenas se componía de la ermita, alzada para dar culto a la milagrosa efigie aparecida en ese sitio, y unos pocos ranchos de
estera habitados por indios.
Ricardo Palma
Viga a viga midió el techo, listón a listón la estera, contó al parecer los vidrios de la alcoba y de las puertas, los pliegues de su cintura, las rayas que hay en la mesa, y las líneas que sus manos por ambos lados presentan.
Habíanse improvisado cuarteles o canchones para la tropa, y la oficialidad ocupaba ranchos construidos con estacas de algarrobo,
estera y mimbres.
Ricardo Palma
Sus vestido es por lo común una piel que cubre lo que la honestidad manda; y cuando mas, una manta de algodón de vara y media o dos varas cuadrilongo. Su camas es una estera, y a lo sumo una red colgadas conocida en la Isla Española con el nombre de Hamaca .
Tendida en unos cojines, fumando y leyendo el Morning Post estaba Leonesa. Yama se sentó a su lado, sobre una
estera, y le dijo: "-Te han delatado.
Roberto Arlt
Después del rosario con misterios en que Damián hacía el coro, todo él ojicerrado, todo él recogido, todo extático, de hinojos sobre la áspera
estera antioqueña que cubría el suelo; después de este largo coloquio con el Señor y su Santa Madre, cuando ya las patronas habían despachado sus quehaceres y ocupaciones de prima noche, solía Damián leerles algún libro místico, del padre Fáber por lo regular.
Tomás Carrasquilla
Un ancho sillón de cuero con rodaje y manizuela, y vecino a éste un escaño de roble con cojines forrados en lienzo; gran mesa cuadrada, en el centro; una docena de silletas de
estera, de las que algunas pedían inmediato reemplazo; en un extremo, tosco armario con platos y útiles de comedor, y en el opuesto una cómoda hamaca de Guayaquil.
Ricardo Palma
Con la noticia antedicha, precedidos del denunciante, entraron nuevamente a la celda del padre González, y en el huertillo que tiene bajo un parral y cubierto con una estera, encontraron al reo, quien se rindió sin la menor resistencia.
Carlos quedó estupefacto en medio de sus maletas, y después de fijar sus ojos en las paredes de un cuarto cubierto de ese papel amarillo con ramos de flores que se usa en los ventorrillos, en una chimenea de piedra cuya sola presencia daba frío, en las sillas de madera amarilla, en una mesa de noche abierta de enorme tamaño y en la estera colocada al pie de una cama con pabellón, cuyos cortinajes, apolillados, temblaban como si fuesen a caer, miró seriamente a Nanón, y le dijo: -Pero, hija mía, ¿estoy en realidad en casa del señor Grandet, del antiguo alcalde de Saumur, hermano del señor Grandet, de París?
¡Y cuando me despierto conozco mi soledad y mi infortunio...! ¡A media noche, dejo mi estera solitaria y salgo a vagar por la desierta costa...!