Llegué con Guillarte mi criado a un lugar que se llama Aquapendente que, viniendo de Roma a Florencia es el último que tiene el papa, y en una hostería, o posada, donde me apeé, hallé al conde Arnesto, mi mortal enemigo, que con cuatro criados, disfrazado y
encubierto, más por ser curioso que por ser cathólico, entiendo, que iba a Roma.
Miguel de Cervantes Saavedra
A.- Señor, desde antes del alba, en que el cadáver sangriento recogí, varias pesquisas inútilmente se han hecho. R.- Más pronta Justicia, alcalde, ha de haber donde yo reino, y a sus vigilantes ojos nada ha de estar
encubierto.
Ángel de Saavedra
Consideremos también, además de insinuado, la maravilla o portento que observamos en la cal cómo se vuele blanca con el fuego, con el cual otras cosas se vuelven, negras; cómo tan ocultamente concibe el fuego del mismo fuego, y convertida ya en terrón, frío al tacto, se conserva tan oculto y encubierto que por ninguna manera descubre a sentido alguno; pero hallándole y descubriéndole con la experiencia, aun cuando no le vemos, sabemos ya que está allí adormecido, por lo que la llamamos cal viva, como el mismo fuego que está en ella encubierto fuese el alma invisible de aquel cuerpo visible.
10.26. No les tengáis miedo. Pues no hay nada
encubierto que no haya de ser descubierto, ni oculto que no haya de saberse. 10.27.
La Biblia (Nuevo Testamento)
Alegra mi desierto con ruido de vivir cuyo concierto pueda sonarte a coro de angelillos... Ya ves que entre las hiedras
encubierto hay un nido minúsculo en mi huerto con siete pajarillos...
José María Gabriel y Galán
Y cuando el sol descendía, dejando esmaltado el cielo de rosa, morado y oro, con nubes de grana y fuego, tornó al alcázar, vistióse sayo pardo, manto negro, tomó un birrete sin plumas y un estoque de Toledo, y bajando a los jardines por un postigo secreto, do Juan Diente le esperaba entre murtas
encubierto, salió solo, y esto dijo con recato al ballestero: «Antes de la media noche todo esté cual dicho tengo.» Cerró el postigo por fuera, y en el laberinto ciego de las calles de Sevilla desapareció, entre el pueblo.
Ángel de Saavedra
"Como dijimos anteriormente, la comparación entre el ningún valor agrícola,' productivo, y el gran valor militar, nos indica, sin lugar a menor duda, que en la exigencia peruana no ha primado otro concepto que el de obtener ventajas estratégicas y ello indica a las claras, sus futuras intenciones militares de conquista e invasión, no obstante las zalameras declaraciones pacifistas con que eternamente ha encubierto sus afanes imperialistas y su deseo de humillar al Ecuador".
Grecia ha venido a ser provincia romana y estar sujeta a su imperio, no son preceptos y documentos de los dioses, sino invenciones de los hombres, quienes, poseyendo natural-mente sutilísimos ingenios, procuraron con la fecundidad de su discurso descubrir lo que estaba encubierto en los arcanos de la Naturaleza, buscando con la mayor exactitud aquello que se debía desear o huir en la vida y costumbres; y, por último, que aquel arcano, observando escrupulosamente las reglas del discurso y argumentación, concluía con cierto y necesario enlace de términos, o no concluía, o repugnaba.
En aquellos casos en que tal realización aparece disfrazada e irreconocible habrá de existir una tendencia opuesta al deseo de que se trate, y a consecuencia de ella no podría el deseo manifestarse sino
encubierto y disfrazado.
Sigmund Freud
Y por lo mismo también concedió Dios a los judíos que crucificaron a Jesucristo, revelándonos en el Nuevo Testamento lo que había estado encubierto en el Viejo...
Melancólico el semblante, y los labios entreabiertos, y las siniestras miradas, y el mudo desasosiego, ya en los saraos de la corte, ya en los festines risueños, ya en la caza bulliciosa, ya en solitarios paseos, ya en el salón, ya en la plaza, ya en la justa, ya en el templo, en la mesa, en el despacho, en la vigilia, en el sueño, un alma rota descubren por un fijo pensamiento y un corazón que devora el cáncer de un gran secreto. En vano sondar procuran los malignos palaciegos, con astucia cortesana aquel abismo
encubierto.
Ángel de Saavedra
De este modo se encendió el fuego de la guerra civil en Valencia, que nunca se logró apagar con la reducción de aquella ciudad; pues conservándolo encubierto, lo comunicó a las otras limítrofes a Coro y Maracaibo; y éstas entablando comunicaciones con aquéllas, facilitaron, por este medio, la entrada de los españoles que trajo la caída de Venezuela.