El azúcar extrae la humedad de las bacterias, inhibiendo su desarrollo y reproducción.;Macerado en alcohol:El alcohol es un poderoso desecante, que actuaría igual que en el desecado con azúcar, como por ejemplo en las cerezas al coñac.
Una hora después, apenas, de haberle don Agustín tomado medida de su último traje, se encontraba Patricio descansando en un féretro artísticamente trabajado; dando la casualidad que en el sitio de los pies, se pudiera leer: «Bitter de los Vascos», mientras se juntaba en la cabecera, un letrero de coñac con uno de ajenjo, y derramada en los costados y en todas partes, la lista completa de las bebidas con que suele ponerse alegre la gente de campo: vermouth francés y vermouth Cinzano, ginebra, Whisky, anís de Carabanchel, aguardiente de uva y algunas otras.
En consecuencia, Iván no rechazó el puñado de billetes de veinte rublos que la bella jovencita puso en la palma de su mano musculosa, y aceptó la invitación a beber de su propia petaca de plata llena de coñac.
Y el viajero, dando cuerda a su energía a puros sorbos de
coñac, no acababa de ver pasar, risueña, bucles al viento, su juventud, su propia juventud ensoñadora...
Emilia Pardo Bazán
¡Cuéntanoslo todo!» Por fin se oyó una vocecita débil y aguda, que Alicia supuso sería la voz de Bill: - Bueno, casi no sé nada... No quiero más coñac, gracias, ya me siento mejor...
Al principio, Camilo Balboa no quiso asociarse a los trajines en que andaba su mujer, y echándoselas de escéptico, de tibio, de alfonsino prudente, prodigó consejos de retraimiento o lo metió todo a broma, con guasa de estudiante, sentado a la mesa del café, entre el dominó y la copita de coñac.
Como viste bien, es milagro que nada le haya ocurrido. Sus ojos enrojecidos por el desvelo y el llanto, no parecen de alcohólico, pero huele a
coñac rancio.
Antonio Domínguez Hidalgo
Cuarenta guardias civiles entran a saco por ellas. Los relojes se pararon, y el coñac de las botellas se disfrazó de noviembre para no infundir sospechas.
Te lo ruego». Para atender a esta indicación, necesitaba Manolo renunciar a probar gota de manzanilla ni de
coñac. Y lejos de abstenerse prudentemente, continuó entregado, en unión de su alborotadora trinca, a la alegría corta y absurda que determina la embriaguez.
Emilia Pardo Bazán
«He conservado de él, cuenta Marta Brandés, visiones precisas; en un salón, sin dejar de charlar, tenía en la mano una copa de coñac del que no derramaba ni una gota -¡y Dios sabe cuánto gesticulaba!-; en la otra mano tenía un espejito para ver lo que ocurría detrás de él...».
e trajo el mozo la copa de
coñac pedida dos minutos antes, y mientras la paladeaba despacito, fijé una escrutadora mirada en el individuo que ocupaba la mesa próxima.
Emilia Pardo Bazán
Palacios dejó la copita de
coñac sobre la mesilla cigüeña, que el criado le había puesto delante con el tántalo abierto y surtido, y dando una chupada al habano, asintió.
Emilia Pardo Bazán