Lleva cabello con copete cerrado, en canales a dedo; rodete de totuma; tres rosas de trapo junto a una oreja; y, por
cimera y coronamiento, una peineta de caguamo que semeja el espaldar de un taburete.
Tomás Carrasquilla
Ricas armas refulgentes, en que dan vivos destellos las labores de oro y plata del sol naciente al reflejo lleva, y sobre el rico almete, en la
cimera sujeto, penacho amarillo y rojo, que mece apacible viento.
Ángel de Saavedra
Con un limpio coselete, del sol envidia y espejo, con celada borgoñona sin
cimera ni plumero, y con sus calzas de grana, y con su jubón eterno de raso carmesí, llega después de dejar dispuesto como caudillo el ataque, y como caudillo experto, el gran marqués de Pescara en su tordillo ligero.
Ángel de Saavedra
El divino Alejandro, esposo de Helena, la de hermosa cabellera, vistió una magnífica armadura; púsose en las piernas elegantes grebas ajustadas con broches de plata; protegió el pecho con la coraza de su hermano Licaón, que se le acomodaba bien; colgó del hombro una espada de bronce guarnecida con clavos de plata; embrazó el grande y fuerte escudo; cubrió la robusta cabeza con un hermoso casco, cuyo terrible penacho de crines de caballo ondeaba en la
cimera, y asió una fornida lanza que su mano pudiera manejar.
Homero
Fue Antíloco quien primeramente mató a un teucro, a Equepolo Talisíada, que peleaba valerosamente en la vanguardia: hirióle en la
cimera del penachudo casco, y la broncínea lanza, clavándose en la frente, atravesó el hueso, las tinieblas cubrieron los ojos del guerrero y éste cayó como una torre en el duro combate.
Homero
El intrépido Trasimedes dio al Tidida una espada de dos filos —la de éste había quedado en la nave— y un escudo, y le puso un morrión de piel de toro sin penacho ni
cimera, que se llama catetyx y lo usan los jóvenes para proteger la cabeza.
Homero
En la rama
cimera de éste hallábanse los hijuelos recién nacidos de un ave, que medrosos se acurrucaban debajo de las hojas; eran ocho, y con la madre que los parió, nueve.
Homero
Todos habían visto flotar el negro penacho de su
cimera en los combates que un tiempo trabaran contra su señor; todos lo habían visto agitarse al soplo de la brisa del crepúsculo, a par de la hiedra del calcinado pilar en que quedaron colgadas a la muerte de su dueño.
Gustavo Adolfo Bécquer
El Atrida desenvainó entonces la espada guarnecida de argénteos clavos; pero al herir al enemigo en la
cimera del casco, se le cae de la mano, rota en tres o cuatro pedazos.
Homero
Suspendió de sus hombros la espantosa égida floqueada que el terror corona: allí están la Discordia, la Fuerza y la Persecución horrenda; allí la cabeza de la Medusa, monstruo cruel y horripilante, portento de Zeus que lleva la égida. Cubrió su cabeza con áureo casco de doble
cimera y cuatro abolladuras, apto para resistir a la infantería de cien ciudades.
Homero
Después que construyó el grande y fuerte escudo, hizo para Aquileo una coraza más reluciente que el resplandor del fuego; un sólido casco, hermoso, labrado, de áurea
cimera, que a sus sienes se adaptara, y unas grebas de dúctil estaño.
Homero
Aquileo embistióle, a su vez, con el corazón rebosante de feroz cólera: defendía su pecho con el magnífico escudo labrado, y movía el luciente casco de cuatro abolladuras, haciendo ondear las bellas y abundantes crines de oro que Hefesto colocara en la
cimera.
Homero