Él no componía sobre papel, sino "sobre su banda": canturreando frases a sus músicos, o proponiendo ritmos y riffs desde el teclado, dando indicaciones a los interprétes mientras la melodía iba construyéndose.
George salió fuera y vio lo que eran claramente las pisadas de un cerdo, de al menos cien kilos. Chapis estaba en su habitación hablando y canturreando, cuando Kathy entró y vio moverse sola la pequeña mecedora de Missy.
Kathy se asustó pero no lo hizo notar delante de su hija, que seguía canturreando. De pronto, Kathy le preguntó a su hija que con quién hablaba, y la niña le respondió que con Jodie, y le contó lo que él le había dicho.
La conducta de Missy hizo que Kathy se parase a observar a la niña, que no le había visto. Missy se dirigió a su habitación, que estaba al lado del cuarto de costura, canturreando.
El Cordobés (Arús) y Andrés Caparrós (Sergi Mas): El torero español aparecía con una pata de jamón y una ensaimada en la cabeza y estaba siempre acompañado por el presentador, con el cual interactuaba sin mirarle nunca a la cara. Sus respectivos latiguillos eran: "¡Er jamón!" y (canturreando) "Buenas noches berere berere berebé".
Llegamos entre los monumentos funerarios: el hombre mío empezó junto a unas lápidas a hacer sus cosas; me siento yo canturreando y las lápidas enumero.
Entonces comencé a oír, brotando del piso, las risas y los gritos enronquecidos de unas mujeres, al parecer ancianas, burlándose de mí; canturreando: ¡Ja!
Le servía para abstraerse, pasando largos ratos a solas tocando con notas inconexas y canturreando, aunque también con los amigos.
Le deseo muy buenos días, míster Quinion, y no quiero entretenerle más. Se puso el sombrero y salió con el bastón debajo del brazo, muy tieso y canturreando en cuanto estuvo fuera de l almacén.
No nos vamos a llevar nada, pendejos, cuando la pinche muerte nos agarre. Y se iba
canturreando, tambaleante, con los ojos de alcohol y la voz ronca, ronca de fumador.
Antonio Domínguez Hidalgo
Y salió del calabozo
canturreando una de sus coplas favoritas: «¡Ay, amor!, tirano amor, más que tirano traidor; pues traidor me fuiste, amor, todo te sea traidor».
Ricardo Palma
Y esto último lo dijo el Niño dirigiéndose al tabernero, que, cruzado de brazos en la puerta de su taberna, había presenciado, canturreando irónicamente uno de los tangos más en boga a la sazón, la casi mortificante derrota de aquél, uno de los más acreditados por aquel entonces catedráticos en lances de amor y bizarría.