¡Sí! ¡Oh diáfano prodigo de los hechos! ¡Sí! ¡Químico prodigio de merlines
cósmicos! ¡Sí! ¡Física locura de antiestáticas poleas!
Antonio Domínguez Hidalgo
XXV Surcaré parajes
cósmicos, Tristán de las alturas, y con mis armas de cristal y fuego haré del infructífero satélite, lacayo rutinario, autónomo sendero.
Antonio Domínguez Hidalgo
―Nuestra condición como seres cósmicos es una dualidad, tenemos que movernos siempre, porque todavía estamos en el nivel del tiempo secuencial y del espacio dimensional―.
Y si acaso sucumbimos en el vuelo y venenos compungidos nos derrumban, nada borrará las importancias de la senda, pues nuestros
cósmicos giros habrán esculpido hallazgos de astropuños espirales que en andante astronomía pregonarán magnitudes de estrellas uniformadas en sus llamas.
Antonio Domínguez Hidalgo
Al mismo tiempo, no obstante, pone de relieve la magnitud de su fascinación al confesar que aun en sueños sentía un morboso deseo de visitar la torre maldita para asomarse nuevamente a los secretos cósmicos de la piedra luminosa.
Voy doncel de los donceles súbitos al encuentro de ultramares
cósmicos para sembrarlos con las luces nuevas del despertar insólito...
Antonio Domínguez Hidalgo
y el silencio, un silencio que no entiendes, este silencio despierto desde arriba tratando de decirte lo que no oyes, buscándole palabras a tus ruegos y acaso alguna chispa para darte verdaderos fuegos que sobrepasen la coperacha... ¡Ah, muchacho sin soñares
cósmicos!
Antonio Domínguez Hidalgo
―Rebeca, hazme caso―, ―papá, si te hago caso, acabamos con nuestra relación, tan bonito que nos estamos llevando, mira, ni yo misma sé qué onda conmigo, ahora, que tú me digas algo, o ya lo sé, con lo cual no es necesario que me lo digas, o si no lo sé, no me gusta que me lo digan, de cualquier forma, papá, ya pasó tu época para educarme, además, tu siempre me has dicho que ese carácter lo heredé de tu familia, no sé de que parte de tu familia, aunque lo imagino, je, je…, así es que mejor pregúntate a ti mismo que me está pasando, y sea lo que sea, por favor no me lo digas, de momento no estoy interesada, dijo sonriendo…―. Bueno, está bien, cambiemos de tema, ¿quieres que te cuente lo de los tubos cósmicos?, órale, ya estás….
XXIX Cruzaremos con dardos las galaxias, flechador de infinito, arqueros
cósmicos, para herir los vitrales eclesiásticos del vacío y rotos sus ayes lapidarios, deidad enfurecida, destronada, calcinar las inútiles vigilias de los hartos.
Antonio Domínguez Hidalgo
El ser humano no constituye el centro del universo, sino sólo un elemento más en el mismo, aunque es, y he aquí la importancia subrayada de una propuesta neohumanística para la educación: dentro de otros seres, que aún no sabemos dónde están ni quiénes son, distribuidos en el Universo, (aunque parezca ficción científica) quien posee rasgos que le permiten ser una especie de guías cósmicos, un reflejo en miniatura del Teotl, seres que hemos adquirido una conciencia semiótica, un sistema cognitivo de sistemas cognitivos de signos, que día con día avanza en pos de nuestro perfeccionamiento, aunque se dude; y que siempre, por medio de signos desarrolla sus procesos mentales superiores.
Auténtica comunicación. Los hombres y mujeres de lo futuro, los humanos
cósmicos, nacerán de la paz creadora. DIECINUEVE ¿Y cómo ha de lograrse una paz constante?
Antonio Domínguez Hidalgo
La Cien quedó allí, al centro del valle de despe-gues
cósmicos, serena, con una belleza de prisma y sus cristales ahumados, esperando guiar a las demás naves, dentro de pronto, rum-bo a la salvación de la humanidad.
Antonio Domínguez Hidalgo