-Pus pa eso tengo yo cinco azucenas y tos de elástico, como que si hoy las vendo yo es poique como los hijos son unos déspotas pa uno y como a mi Olorcilla, que hoy no está aquí, se le ha puesto entre ceja y ceja el que le merque un mantón de Manila, pos lo que pasa, me voy a desprender por dalle gusto de esas cinco rosas de mayo que son cinco plumas de las alas de mi corazón.
Ésta era bastante espaciosa, con columnas de piedra, ventanas con cristales de colores, rotos los unos y sucios los otros, varios altares con imágenes de escaso mérito, lámparas de cristal o de metal dorado, cuatro arañas antiguas, floreros adornados con rosas y azucenas hechas por manos más piadosas que hábiles y algunos bancos de madera que ocupaban los días festivos las mujeres y los niños, porque eran contados los hombres que iban a oír misa en aquel lugar.
Amor; tu harpón dorado asesta y hiere de Belisa el pecho; yo besaré gustoso mis cadenas; voluntario me echo el dogal apretado, y de hoy más tu cautivo me confieso, si tus grillos de lirios y azucenas a mi Belisa echases y en una misma cárcel nos juntases.
En el fondo de sombría gruta aparecieron una hermosísima mujer y un hombre de plateada barba, que llevaba en la mano una vara de
azucenas.
Emilia Pardo Bazán
Cada quien en sus rincones Va entonando sus canciones Para la sartén alzar. Baila el macetón sus azucenas. Guiñan las cerezas sus ojazos.
No me digas que no fuiste dichosa, porque yo contemplé el fulgor de tus ojos, ese fulgor sólo tuyo y de las almas magnánimas. Sé que tu corazón se desgranaba en azucenas y todo en ti era diafanidad.
El soplo de la revolución no agita únicamente las copas de los robles; pasa por los floridos cármenes y sacude las blancas
azucenas y las tiernas violetas.
Práxedis G. Guerrero
Amapolas de sangre y
azucenas de nieve he mirado no lejos del divino laurel, y he sabido que el vino de nuestra vida breve precipita hondamente la ponzoña y la hiel.
Rubén Darío
Como aquel príncipe protegía mucho la agricultura y tenía prohibido molestar a los pájaros, también las flores, las aves y los insectos quisieron demostrar su contento: las rosas y las azucenas dieron sus más tiernas y olorosas hojas para llenar el colchón que con destino a la cama tejieron los gusanos de seda y cubrieron de caprichosos dibujos las hormigas...
Mas ni en mis noches divinas con estrellas diamantinas, ni en mis caseras palomas, ni en la miel de los aromas de mis natales colinas, ni en las puras
azucenas, ni en las fuentes de la umbría, ni en las auroras serenas, ni en las dulces tardes llenas de profunda melodía, ni en los besos ideales, ni en las mieles musicales de las madres cuando cantan, ni en las risas celestiales de los niños que amamantan, encontró la musa mía pobre símbolo siquiera que con miel de poesía interpretarme pudiera la pureza de María...
José María Gabriel y Galán
Además, trae gran pesadumbre sobre sus manos, que sustentan un libro, y sobre el libro un divino niño, que es el Redentor del mundo. Trae también una vara de azucenas.
Rosadas nubes te circundan, y de tus azucenas se desprenden finísimos aromas que embelesan el alma, dándole a conocer el puro ambiente que en la mansión de los justos se respira.