Al año siguiente, durante unas maniobras para rescatar a una nave que iba a la deriva en el hiperespacio, tuvo un encuentro casi fatal con una nave alienígena desconocida cuando saltaba desde el espacio normal. La nave arroyó y destruyó el starfury de su jefe de escuadrón, el comandante Gallas, y dejó muy dañado el suyo.
Al día siguiente, el 27 de marzo de 1809 tuvo lugar la batalla entre las tropas españolas y las tropas napoleónicas en el Guadiana a la altura del Puente Nolaya, tras envolver la caballería de los lanceros polacos los flancos de las fuerzas españolas, la infantería francesa, con su superioridad numérica arroyó a las tropas españolas que defendían el Puente Nolaya, incluida la artillería, tras esto, cayó parte de la infantería española situada en la falda del cerro de la Atalaya, la caballería española del Regimiento de Voluntarios de Madrid protegió la retirada de las tropas españolas de infantería hacia Almagro.
Hay una leyenda muy divulgada acerca de este parque y va así: "Cuando el lugar funcionaba como aeropuerto de la ciudad (y esto si es un hecho real) sucedió un terrible accidente donde una avioneta arroyó a una niña quitándole la vida, llevaba una muñeca al momento del accidente y ahora ésta no debe de salir del meteorológico que está instalado dentro del parque, para que no vuelva a ocurrir en el lugar otro accidente que cobre la vida de algún niño", hay personas que dicen haber tenido encuentros con el fantasma de la niña, por toda la zona (el aeropuerto abarcaba desde ave.
Al principio, parecía que Centeno obtenía la victoria, pues su caballería arroyó a los gonzalistas, pero estos reaccionaron y pese a ser numéricamente inferiores lograron el triunfo, en gran parte debido a su arcabucería, implementada y dirigida por Carvajal.
Las últimas erupciones reportadas por Fuentes y Guzmán fueron: la de 1665 que «durante tres días arroyó inmensa cantidad de arena y produjo temblores durante cuarenta días consecutivos y que con pavorosos retumbos y terribles bramidos arrojó tan grandes y elevadas llamas de fuego que se vió iluminada la ciudad de Santiago por la noche como si fuera de día y todos durmieron en sus patios los tres días que esto duró», y las de 1668, agosto de 1671 y julio de 1677, que fueron similares a las de 1665.
La frase resultó tan "divertida" para los españoles que comenzaron a llamar al arroyó, y a la ciudad que fue levantándose a su vera, Nogoyá.