Quiero ser labrador de celajes, sembrador de los empíreos huertos, hacedor de las flores galaxiales, constructor de la
arboleda cósmica y edificar con sus presencias equiláteras universos de portentos cuadrafónicos, portentosos universos de universos, cuatrocientas voces al silencio, cenzontles destructores de la inercia.
Antonio Domínguez Hidalgo
Se entra en este precioso pueblo por una arboleda de álamos blancos, que toman asiento entre verdes huertas, a la manera de nobles ancianos encanecidos, estimulando con su susurro a las plantas pequeñas y tiernas a crecer y fortalecerse, para resistir como ellos a los vendavales.
En los años 70 cuidaba en Madrid la impresión de un libro que contenta ciento ochenta poesías, entre suyas, de su Maestro Bastidas, de un jesuita innominado y de Domínguez Camargo, que recién logró editar en 1675, en la Imprenta de Nicolás Jamares, mercader de Libros, bajo el título de "Ramillete de varias Flores poéticas, recogidas y cultivadas en los primeros abriles de sus años por el Maestro Jacinto de Evia, natural de la ciudad de Guayaquil en el reino del Perú, dedicado al Lic. Pedro de Arboleda Salazar, con Licencia".
Flor de pluma que nos distrae cuando vamos de paseo, cantor misterioso que anima la arboleda, juego de la Naturaleza, que despierta, hasta en el más rudo, sentimientos de poesía, es ese bichito, que parece un regalo hecho por el Niño de Dios a los niños de los hombres.
Una plegaria, un solo acento tuyo, hará que gocen pasajero alivio, y que de luz celeste un rayo tibio logre a su oscura estancia penetrar; que el atormentador remordimiento una tregua a sus víctimas conceda, y del aire, y el agua, y la arboleda, oigan el apacible susurrar.
El camino era oscuro, y matorral, como antes. Membrillos empolvados y pinos enfermos eran la única
arboleda. El suelo era, como antes, de pozos y pantanos.
José Martí
Las calles eran de agua unas, y de tierra otras; y las plazas espaciosas y muchas; y los alrededores sembrados de una gran
arboleda.
José Martí
La gente alegre gritaba en los merenderos; pasaban por entre la
arboleda, rápidos como pájaros de colores, los encorvados ciclistas con sus camisetas rayadas; por la parte del río sonaban cornetas, y sobre el follaje, enjambres de insectos ebrios de luz, moscardoneaban, brillando como chispas de oro.
Vicente Blasco Ibáñez
En el follaje, por lo mismo que había poquísima
arboleda por aquellos contornos, venía a guarecerse innumerable multitud de pajarillos de varias castas y linajes que animaban la esquiva soledad con sus trinos y gorjeos.
Juan Valera
Sus pasos esparcieron el espanto En la agradable estancia; Interrúmpese el canto; Las aves vuelan a mayor distancia; Todos los animales, asustados, Huyen delante de él precipitados, Y el Filósofo queda Con un triste silencio en la
arboleda.
Félix María Samaniego
«Rayos, les dice, ya que no de Leda trémulos hijos, sed de mi fortuna término luminoso.» Y recelando de invidïosa bárbara
arboleda 65 interposición, cuando de vientos no conjuración alguna, cual haciendo el villano la fragosa montaña fácil llano, atento sigue aquella 70 (aun a pesar de las tinieblas bella, aun a pesar de las estrellas clara) piedra, indigna tïara, si tradición apócrifa no miente, de animal tenebroso, cuya frente 75 carro es brillante de nocturno día: tal, diligente, el paso el joven apresura, midiendo la espesura con igual pie que el raso, 80 fijo, a despecho de la niebla fría, en el carbunclo, Norte de su aguja, o el Austro brame, o la
arboleda cruja.
Luis de Góngora y Argote
"El rio tiene poca arboleda de sauces, y de ínfima calidad, inutil enteramente para edificios, y solamente buena para quemar: con estos, y los chañares se puede por algunos años abastecer de leña á una poblacion.