Dueño, según los rumores del
vulgo, de una inmensa fortuna, veíasele, no obstante, todo el día acurrucado en el sombrío portal de su vivienda, componiendo y aderezando cadenillas de metal, cintos viejos o guarniciones rotas, con las que traía un gran tráfico entre los truhanes de Zocodover, las revendedoras del Postigo y los escuderos pobres.
Gustavo Adolfo Bécquer
Lo que hace al hato el tigre del somonte en el ircano campo o junto al Ganges, o al manso y baifo el lobo en aquel monte que a Tifeo enterró tronco y falanges, allí hace el soberbio Rodomonte, no diré que a milicias o a falanges, sino al ruin vulgo y populacho indigno del que es morir, antes que nazca, el signo.
Mas aunque asaz blasonaba De rectitud justiciera, Y andaba en continuo acecho Con astuta diligencia, Del vulgo siempre maligno Murmuraban malas lenguas Que dejaba las bonitas Y desterraba las feas.
Y corre desalentada (176) Su gente plazas y calles, Unos en busca del Rey Y otros en busca de un fraile; Mientras el vulgo enumera Los infinitos desastres Que lleva detras el nombre Del golilla agonizante.
s el signo fatal del que algo vale; quien de las medianías sobresale, el genio egregio, mientras vive, lidia con los ruines mosquitos de la envidia, con todo el que de vulgo nunca sale: no hay quien no le rebaje o se le iguale, y aun todo el que no es algo, por desidia, en vez de trabajar, crecer, seguirle y alcanzarle, se goza en zaherirle, del mundo por la tumba hasta que sale.
Cuando se supo en Auriabella el suplicio atroz del que llama el vulgo San Antonio de Illaos...
Contra aquel desleal, ayuda tuve de esta salvaje y desmedida masa, mas como en el refrán del vulgo anduve: salté de la sartén y di en la brasa.
Sabed que la hermosura de un hombre le es el objeto más indiferente. Nadie se podría imaginar hasta qué punto la desdeña e igualmente a la riqueza y las otras ventajas que envidia el vulgo.
Pues aquí radica el que los reyes sean sabios, en que hacen cumplir en el ágora los actos de reparación a favor de la gente agraviada fácilmente, con persuasivas y complacientes palabras. Y cuando se dirige al tribunal, como un dios le propician con dulce respeto y él brilla en medio del vulgo.
Siguiendo el camino donde hoy se encuentra la pintoresca ermita de la Virgen del Valle, y como a dos tiros de ballesta del picacho que el
vulgo conoce en Toledo por la Cabeza del Moro, existían aún en aquella época los ruinosos restos de una iglesia bizantina, anterior a la conquista de los árabes.
Gustavo Adolfo Bécquer
Es de hacer notar que los prejuicios populares y los errores del vulgo concernientes a las pestes y a las guerras -errores que antes prevalecían a cada aparición de un cometa- eran ahora completamente desconocidos.
Sócrates: ¿Entonces es preciso no hacer injusticia a los mismos que nos la hacen, aunque el vulgo crea que esto es permitido, puesto que convienes en que en ningún caso puede tener lugar la injusticia?