¿Para qué prorrogar la ruta que nunca ha conducido al paraíso de los mitos y que tantos han torcido y borroneado? ¿Para qué tanta
vanidad, si nada es perenne al hombre?
Antonio Domínguez Hidalgo
Solamente los hechiceros de la ambición pudieron confeccionar corona que quitase corona, honra que atosigase la honra, vida que envenenase la vida, -61- adoración que produjese el desprecio, aplauso que granjease odio. ¡Gran ceguedad es la mía, que con vanidad de maestro estoy enseñando estas cosas a los príncipes de quien las aprendo!
Murió Pompeyo por vuestra desdicha; vivió César por vuestra ruina: matele yo por vuestra libertad. Si esto juzgáis por delito, con vanidad le confieso; si por beneficio, con humildad os le propongo.
El hambre y la peste reinarán sobre la tierra y el hombre será la causa de estos sufrimientos, su ambición desmedida,
vanidad exagerada y su egoísmo...
Antonio Domínguez Hidalgo
Y aquello que había sido hermosa ostentación de la vanidad humana, bellas casas rodeadas de frondosos jardines y huertos, quedó convertido en un desierto de piedras negruzcas, como un cementerio de vanidades.
La humanidad se había quedado atorada en el angosto esquema del salvajismo egoísta y cada uno de los hombres y mujeres sólo pensaba en su vanidad física y monetaria, con lo cual se descuidaba, el fomento del gusto por la sabiduría.
De no haberse escuchado demasiado por gobernantes y políticos imperitos o interesados o urgidos por la vanidad de mandar a los oficiosos consejeros europeos que casi siempre operaban interesadamente, sea para colocar empréstitos con mayor frecuencia y facilidad, sea para obtener concesiones mineras y adquirir latifundios inmensos por menos de nada, pensamos que los intentos y reclamos de nueva reunión que de todas partes surgían, habrían cuajado en realizaciones más concretas y prácticas que el Congreso Americano que postula México durante una década.
Yo a los pies caí de Rosa; para mi alma enamorada era el mundo entero nada: sólo a Rosa vi yo en él; pero Rosa era orgullosa, y de un día en el espacio, con el aire del palacio se olvidó de mi vergel. El loor que recibía, los festejos y las galas, daban viento y daban alas a su ciega vanidad.
-En casa éramos doce -corrobora la tuerta, con tono de indefinible
vanidad-, y mi madre baldada, y yo cuidando de la patulea, porque fui la más grande.
Emilia Pardo Bazán
Adolfo, que ajustaba el motor de un automóvil, sonreía con
vanidad; ufano y orgulloso como que fingía no escuchar los comentarios de admiración prodigados por sus compañeros de trabajo.
Antonio Domínguez Hidalgo
Otros cuelgan cascabeles libertarios entre gatos locos y fatuos. Algunos dilucidan la
vanidad de su esqueleto fugitivo al compás de un rock perecedero, parchados de nostalgias mierderas.
Antonio Domínguez Hidalgo
El sacristán dejó de soplar la brasa del incensario, y los dos clérigos sentados bajo el rayo de sol delante del brasero, se pusieron en pie sonriendo beatíficamente. Yo tuve un momento de vanidad ante aquella acogida que demostraba cuánta era mi nombradía en la Corte de Estella.