turquesa

turquesa

(De origen incierto.)
s. f. METALURGIA Molde en forma de tenaza que se usa para hacer bodoques de ballesta y balas de plomo.

turquesa

(Del nombre del pueblo turco por la procedencia asiática de este mineral.)
1. s. f. MINERALOGÍA Mineral de color azul claro o verdoso, translúcido, de brillo nacarado, de la clase de los carbonatos, que se usa en joyería y como mena de cinc.
2. adj./ s. m. De color azul verdoso.
3. turquesa occidental Hueso o diente fósil teñido de forma natural de azul por el óxido de cobre, usado en joyería.
Gran Diccionario de la Lengua Española © 2022 Larousse Editorial, S.L.

turquesa

 
f. mineral. Tetrafosfato de aluminio y cobre tetrahidratado, muy duro, de color azul.
Azul oscuro.
Diccionario Enciclopédico Vox 1. © 2009 Larousse Editorial, S.L.

turquesa

(tuɾ'kesa)
sustantivo femenino
mineral de color azul verdoso usado en joyería un anillo con una turquesa

turquesa


sustantivo
color azul verdoso similar al de la turquesa El turquesa de sus ojos es bello y exótico.

turquesa


abreviación
que es de color similar al de la turquesa un jersey turquesa
Kernerman English Multilingual Dictionary © 2006-2013 K Dictionaries Ltd.
Sinónimos

turquesa

nombre femenino
1 (piedra preciosa) calaíta
Diccionario Manual de Sinónimos y Antónimos Vox © 2022 Larousse Editorial, S.L.
Traducciones

turquesa

türkis

turquesa

turquoise

turquesa

turchese

turquesa

فَيْرُوزِيّ

turquesa

tyrkysový

turquesa

turkis

turquesa

τιρκουάζ

turquesa

turquoise

turquesa

turkoosi

turquesa

tirkizan

turquesa

青緑色の

turquesa

청록색의

turquesa

turquoise

turquesa

turkis

turquesa

turkusowy

turquesa

turquesa

turquesa

бирюзовый, бирюза

turquesa

turkos

turquesa

สีน้ำเงินอมเขียว

turquesa

turkuaz

turquesa

có màu ngọc lam

turquesa

绿松色的, 绿松石

turquesa

綠松石

turquesa

טורקיז

turquesa

A. ADJ & SM (= color) → turquoise
B. SFturquoise
Collins Spanish Dictionary - Complete and Unabridged 8th Edition 2005 © William Collins Sons & Co. Ltd. 1971, 1988 © HarperCollins Publishers 1992, 1993, 1996, 1997, 2000, 2003, 2005
References in classic literature
«La sed, la sed, el deseo nos hace vivir y revivir: sed de placer, sed de vivir y sed de morir.» Somos, señora, una pintoresca caravana que bajo la férvida turquesa del cielo ecuatorial cruza el tórrido desierto; nos hacemos la ilusión de que somos mercaderes, pero yo aseguro a usted, señora, que nos puso en movimiento tan sólo el puro afán de sentir sed.
La Naturaleza, cuando tan risibles monstruos forja, parece que está de gorja, y que los hace burlando. Mas, como de estos caprichos, cuando está formal, le pesa, rompe airada la turquesa en que forjó tales bichos.
-¿Qué tiene esa turquesa -le pregunté un día- que el mirarla le pone a usted tan ceñudo y tétrico? Calló un instante, mientras la espiral del cigarrillo, en finas volutas, ascendía hasta el techo de la habitación en que charlábamos.
Eran muy bellas, de corta estatura, con hermosos cabellos adornados con ricas diademas de oro cubiertas de pedrería; llevaba en el centro la una una gran esmeralda y la otra una enorme turquesa.
Veía complacido la grandeza que su pueblo amado había extendido a todos los cuatro rumbos de la región. Y la esplendorosa serenidad de los lagos parecía envolverlo con sus matices de azul turquesa y de verde jade.
De una transparencia absoluta, atravesada por los rayos de luz, reflejaba todos los matices del prisma. Ora semejaba un brillante de purísimas aguas, ora un ópalo, una turquesa, un rubí o un pálido zafiro.
Todos los materiales raros y preciosos lo fascinaban y en su deseo de obtenerlos había enviado a países extranjeros a muchos mercaderes, unos a comprar ámbar a los rudos pescadores de los mares del Norte; otros a Egipto en busca de aquella curiosa turquesa verde que sólo se encuentra en las tumbas de los reyes y dicen que posee propiedades mágicas; otros aun a Persia en busca de alfombras de seda y alfarería pintada, y otros, en fin, a la India a comprar gasa y marfil teñido, piedras lunares y brazaletes de jade, madera de sándalo y esmalte azul y mantos de lana fina.
Al fin, el ruso, como si saliese de una abstracción invencible, levantó la cabeza y volvió a considerar atentamente la piedra preciosa, que en su engarce de oro dormía como un trozo de lago sin transparencias. -Esta turquesa -repitió pensativo-, esta turquesa...
Y la tierra, sedienta como estaba, bebió tanta agua caída del cielo que con ese líquido precioso se formaron los lagos de México (De la luna), de Texcoco (De los espejos), de XALTOCAN (De los arenales), de Zumpango (Del muro de calaveras), de Xochimilco (De las sementeras de flores), de Chalco (De piedras preciosas) y se vio como vestida con una falda de color turquesa.
La sequedad de la afirmación me probó que el ruso estaba más afectado por el agüero de lo que parecía. -¿Sabe usted lo que haría yo, Fedor? Vender la turquesa hoy mismo. -No, eso nunca.
Su cabeza había sido adornada con un penacho de plumas verdes como las bellas plumas del ave llamada QUETZAL. Lucía unas orejeras de turquesa que relumbraban hacia los cuatro puntos cardinales.
La he comprado en la feria de Nijni Novgorod. Allí, como usted no ignora, el granate, el topacio, el rubí, la turquesa, se venden en gran escala, a puñados.
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