Supo contar bellas historias de los altivos acantilados nórdicos y de las cataratas que se precipitan espumeantes con un estruendo comparable al del
trueno y al sonido del órgano; y habló del salmón que salta avanzando a contracorriente cuando el Nöck toca su arpa de oro.
Hans Christian Andersen
La barca es un instante en la vida del agua, una hoja en un árbol, una nota en un trueno, y en la barca venía la esperanza de América, un sorbo de hombre apenas, una pluma en un vuelo, la gota primeriza donde nace el Orinoco del Ensueño.
Bien puedo decir, sin jactancia, que como yo pensaba también el Señor. El fraile abría los brazos y desencadenaba el trueno de su voz: —¡La Causa no triunfará porque hay muchos traidores!
Quedó aterrado el santo religioso Al pié de la vacía sepultura Mirando por el aire nebuloso Veloz huir la aparicion impura; Hasta que al cabo de terror transido Desfalleció sin voluntad ni aliento Y cayó sin sentido (198) Al desgarrarse airado el firmamento De un trueno con el cóncavo estampido.
Mas en tanto el viento arrecia, revienta el cóncavo trueno, y se desgaja de lleno el espantoso turbión; la calle se inunda en agua, la noche cierra, y los hombres invocan los santos nombres con miedo en el corazón.
TODOS (A una voz) ¡Viva! OFICIAL (Desde afuera, dando golpes con el pomo de la espada.) (Con voz de
trueno.) ¡Abrid esta puerta en nombre de la justicia!
Ricardo Flores Magón
La tarde caía, el rocío enfriaba y escarchaba la hierba, enmudecían los pájaros o piaban débilmente. Un sordo
trueno, lejano, llenó con su mate redoblar el oído del contrabandista.
Emilia Pardo Bazán
Ágil, con la precisión de movimientos del impulsivo, se incorporó, amarró firme el otro cabo a la rama y se agachó entre el brabádigo espeso. Si se descuida, ¡careta! El
trueno ya se venía encima, resollante y amenazador. ¡Taaf!
Emilia Pardo Bazán
Subercasaux alzó los ojos, buscando en vano en el cielo una conmoción luminosa o la fisura de un relámpago. Como en toda la tarde, no se oía tampoco ahora un solo
trueno.
Horacio Quiroga
Retumbaban en torno la oscura tierra el son de sus cantos, y un delicioso ruido subía de debajo de sus pies al tiempo que marchaban al palacio de su padre. Reina aquél sobre el cielo y es dueño del trueno y del llameante rayo, desde que venció con su poder al padre Cronos.
Entonces envolviéndola en su manto, su cabeza cubriendo con su toca, el dulce acento de su dulce boca dijo a la absorta Margarita así: «TE ACOGISTE AL HUIR BAJO MI AMPARO Y NO TE ABANDONÉ: VE TODAVÍA ANTE MI ALTAR ARDIENDO TU BUJÍA: YO OCUPÉ TU LUGAR, PIENSA TÚ EN MÍ.» Y a estas palabras retumbando el trueno, y rápido el relámpago brillando, del aire puro en el azul sereno se elevó la magnífica visión.
Para su sorpresa, apenas lo hubo jalado cuando apareció un gigantón en calzoncillos que le llegaban hasta las rodillas, como recién despertado, que le preguntó con voz de trueno: -¿Quién eres y qué buscas?