-Diga usté que sí, compadre, que son dos pinreles que marnetizan a Dios uno y trino, y si no fuera más que los pinreles, pero y lo que sigue cuesta arriba...
Entiendo el agorero Graznar de la corneja, La ronca voz de buitre Que huele su festín; Del solitario búho La temerosa queja, Y el amoroso trino Del ágil colorín.
El triunfo de la sonrisa Capítulo I Blanca Estrella y Dulce Trino eran dos buenas princesas que poblaban hace tiempo el reino de las Tristezas.
Cuando en tu blanda hierba recostado, Lejos de los impúdicos festines, En apacible trino regalado Me adormían los sueltos colorines.
En aquel atardecer, un extraño silencio había invadido las zonas de su paseo y se sorprendía que no escuchara el trino de los ruiseñores que tanto le fascinaba.
Existo en todo sitio ¡Siéntanme! Escudriñen la amenaza de las junglas, el 
trino plumero de las aves, la trémula malicia de las hojas y las bestias...
Antonio Domínguez Hidalgo
Andrés del Balle, Manuel del Balle, Gonzalo Paderna, Antonio Paderna, Martín de Cervantes, Fernando de Banses, Tomás de Castro, Francisco Bruno de Urrutia, Antonio Sánchez, Andrés Fernández Casquete, Francisco de Guillermo, Juan de Salvatierra, Antonio Salvatierra, Francisco Acuña, Miguel González, Joseph de Ubilla, Juan de Pretendona (?), Pedro Franco, Pedro Baraz, Andrés Morán, Nicolás de Castro, Francisco Guillermo, Nicolás de Carranza, Manuel de Acosta, Juan de Carrión, Juan de Castañeda, Tomás Péres, Francisco Camacho, Carlos de Velásquez, Adrián Serón, Miguel Trino Barto...
Las brillantes notas le parecían a Nataniel el lamento celestial de un corazón enamorado, y cuando finalmente la cadencia del largo trino resonó en la sala, le pareció que un brazo ardiente le ceñía y, extasiado, no pudo contenerse y exclamó en voz alta: ―¡Olimpia!
Tú no has pisado el «campo de terciopelo y seda»; ni respiraste el «fresco cefirillo que juega de los sombríos bosques con la enramada espesa»; ni la cascada viste que «rauda se despeña en el profundo abismo desde la altura inmensa;» ni «matizadas flores» cogiste entre la yerba; ni oístes el «murmullo del que manso la riega, arroyo cristalino do beben las Napeas y encuentran las pastoras cristal que les refleja de sus cabellos de oro las ondulantes hebras»; ni el trino has escuchado de «mil y mil parleras...
Con flamantes alimentos y fluctuantes ejercicios, no te flagelarán las enfermedades ni estarás tan flácido. Trino el atrapado Trino estaba triste y para distraerse atrapó una trucha.
Un solo Dios trino y uno a Vos hizo sola y una: más perfecta después de Dios no hay ninguna, ni es a Dios persona alguna más acepta.
Yo soy el poeta, que va en el desierto cantando la gloria del Dios Creador, cual átomo errante del grande concierto que elevan los mundos al Sumo Hacedor; y si hablo, a mis frases responde el vacío: si gimo, me hace ecos el viento bravío; si canto, me presta la alondra su pío: si trino, gorjeos me hace el ruiseñor.» Y hace coro a la voz mía la viviente salmodía que del mundo a Dios envía la armonía universal: aquí el rumor delas hojas, allí el son del manantial; aquí el niño a quien arrulla de su nodriza el cantar: allí la ronca tormenta que revienta el huracán: acá el colibrí que zumba en derredor de un rosal.