A las ocho, y a cuatro cuadras de casa, un
transeúnte mató de un tiro de revólver al perro negro que trotaba en inequívoco estado de rabia.
Horacio Quiroga
Las más de las veces una pulpería fuerte y afamada en la región por las atracciones que ofrecía al transeúnte (carreras, bolos, jugadas, etc.) apareció de núcleo inicial.
Perdióse en la Restauración la sensibilidad para todo lo verdaderamente fuerte, excelso, plenario y profundo. Se embotó el órgano encargado de temblar ante la genialidad transeúnte.
Mi registro de anotaciones relativas a orientales en Bolivia no ha fichado todavía ninguno, ni como estante ni como transeúnte, en el lapso abarcado por los años 1792, 1793 y 1794, pero en 1795 y en 1796 me encuentro en él con cuatro nombres, tres de compatriotas y uno de un español que sirvieron a la causa americana desde puestos eminentes.
¡Qué locura apagar tan pronto el gas! Ningún transeúnte, ningún rezagado, ningún vagabundo, ni siquiera el maullido de un gato en celo.
Junto a aquella puerta, arrebujado el cuerpo en un mantón de puntas, con un pañuelo de seda caído sobre los ojos, la cara pintarrajeada y el ademán grosero y desenvuelto, había una mujer, una mercenaria del arroyo, una de esas mercenarias del vicio que se venden en la sombra, como temerosas de que la luz, mostrando sus miserias, disminuya su precio; una de las muchas víctimas que el hambre, la ignorancia y el abandono arrojan en medio de la calle, y que mendigan un pedazo de pan cuando brindan con placeres al transeúnte.
En el camino, de rato en rato, un soldado ensanchaba la ronda metiendo su caballo por la vereda y un desgraciado más, un incauto
transeúnte, iba a engrosar la tropa.
Florencio Sánchez
El transeúnte paró frente al chiquillo, que, hecho tres dobleces contra el quicio del portalón, se dibujaba bajo un rayo de luna. La escarcha esmaltaba los adoquines; de la atmósfera, diáfana, plenamente azul descendían frialdades crueles.
Nos consta también que un personaje que a él perteneció tiene la osadía de pasearse por Madrid a ciertas horas de la noche desde la calle A a la plazuela de B, y se le conoce por el cuidado con que se recata, a fuer de criminal, de todo transeúnte.
Pelegrín, aturdido por el dolor del bofetón bárbaro, que le había cruzado las orejas ensabañonadas, ardorosas, rompía por último a llorar y gritar con estrépito. Aún tardó algo en aparecer por allí un
transeúnte, un obrero, con su talego de herramientas al puño.
Emilia Pardo Bazán
«¡Pues es claro, lo que ella había dicho siempre!». En cada pordiosero veía un criminal, y en cada
transeúnte que soltaba en la calle un perro chico, un anarquista.
Leopoldo Alas
Se hizo menester que el transeúnte, sacando de los bolsillos del gabán las enguantadas manos, sacudiera con fuerza al durmiente, para que éste se desdoblara.