Y casi al mismo tiempo, la doncella gritaba: -¡Habrase visto! ¡Pues no se han
traído aquí el pavito de Belén! ¡Vente, monín, que voy a llevarte a tu sitio!
Emilia Pardo Bazán
Recordaba, sí, que el muchacho no había
traído esa tarde la leche, y que él había mirado un largo rato su herida, sin percibir en ella nada de particular.
Horacio Quiroga
En seguida las adolescentes Deseable, Agradable, fueron insultadas por los jefes. “¿Qué son esos vestidos que habéis traído? ¿Adonde fuisteis a cogerlos, oh engañadoras?”, fue dicho a las jóvenes, injuriándolas a causa de la derrota de todas las tribus por Pluvioso.
La doncella abrochaba la falda de seda rameada azul oscuro, y prendía con alfileres la pañoleta de encaje, sujeta al pecho por una cruz de brillantes y zafiros -el último obsequio de Revenga,
traído de París-.
Emilia Pardo Bazán
Deseoso Ridolfi de animarle, hizo una seña, entendida al vuelo, y pocos minutos después, un preso moribundo de hambre fue
traído a la sala del banquete.
Emilia Pardo Bazán
-exclamó Angustias con enojo-. ¡No me moveré de esta silla hasta que me oiga usted y resolvamos el asunto que aquí me ha
traído! -¿Qué asunto?
Pedro Antonio de Alarcón
Desde luego, me dije, es preciso que a este cochero se le haya nublado el entendimiento para haberme traído, después de tantas vueltas, al punto de partida.
Que el señor Gayoso se había
traído un platal, constaba por referencias muy auténticas y fidedignas; solo en la sucursal del Banco de Auriabella dejaba depositados, esperando ocasión de invertirlos, cerca de dos millones de reales (en Cebre y Vilamorta se cuenta por reales aún).
Emilia Pardo Bazán
a tarde del 26 de marzo de 1848 hubo tiros y cuchilladas en Madrid entre un puñado de paisanos que, al expirar, lanzaban el hasta entonces extranjero grito de ¡Viva la República!, y el Ejército de la Monarquía española (
traído o creado por Ataúlfo, reconstituido por don Pelayo y reformado por Trastamara), de que a la sazón era jefe visible, en nombre de doña Isabel II, el Presidente del Consejo de Ministros y Ministro de la Guerra, don Ramón María Narváez.
Pedro Antonio de Alarcón
Visto por mi amo la gran perdición y la mucha costa que traía, (y) el ardideza que el sotil de mi amo tuvo para hacer despender sus bulas, fue que este día dijo la misa mayor, y después de acabado el sermón y vuelto al altar, tomó una cruz que traía de poco más de un palmo, y en un brasero de lumbre que encima del altar había, el cual habían traído para calentarse las manos porque hacía gran frío, púsole detrás del misal sin que nadie mirase en ello, y allí sin decir nada puso la cruz encima la lumbre.
¡Mi mujer me ha llenado la casa de víboras! ¡Ha
traído enormes arañas peludas que me persiguen! ¡Ahora comprendo por qué me espiaba día y noche!
Horacio Quiroga
Alarmóse un tanto el gobierno, tan paternal como previsor, del Restaurador, creyendo aquellos tumultos de origen revolucionario y atribuyéndolos a los mismos salvajes unitarios, cuyas impiedades, según los predicadores federales, habían
traído sobre el país la inundación de la cólera divina; tomó activas providencias, desparramó sus esbirros por la población, y por último, bien informado, promulgó un decreto tranquilizador de las conciencias y de los estómagos, encabezado por un considerando muy sabio y piadoso para que a todo trance y arremetiendo por agua y todo, se trajese ganado a los corrales.
Esteban Echeverría