-Aquel o aquellos a quienes los pueblos libres por naturaleza se habrán sujetado por libre y común consentimiento. -¿Y quién es tirano?
El Príncipe heredero puede ser un tonto, un incapaz, un tirano, como ha sucedido tantas veces, y los Pueblos tienen que sufrir sus atrocidades a costa de la ruina del estado y de sus fortunas y vidas.
Orso se desesperó, porque a su manera, adoraba a aquel último retoño de su raza; mas no hubo remedio; la voluntad de Lucía se impuso, y la niña entró en un monasterio de la Orden de Santo Domingo, en que había florecido Catalina, llamada Eufrosina, a quien el mundo venera hoy con el nombre de Santa Catalina de Siena. La tierna juventud, la cándida belleza y la ilustre cuna de la hija del
tirano aumentaron el asombro de su penitencia.
Emilia Pardo Bazán
El
tirano se ató una soga al cuello, recorrió descalzo las calles de la ciudad, pidiendo perdón a los habitantes, y, apoyado en un bastón, se alejó lentamente.
Emilia Pardo Bazán
El soberbio tirano del Oriente, que maciza las torres de cien codos del cándido metal puro y luciente, apenas puede ya comprar los modos del pecar; la virtud es más barata, ella consigo misma ruega a todos.
Este cuento pasa en el siglo XVI en una de esas ciudades de Italia que gobernaba un
tirano. Llamémosla a la ciudad, si queréis, Montenero, y a su
tirano, Orso Amadei.
Emilia Pardo Bazán
Principatus quem metus extorsit, et si actibus vel moribuns non offendat, ipsius tamenini suit et pernitiosus exemplo. (S. León.) -¿Qué otro es tirano? -El que manda con autoridad legítima, pero perversamente.
Sea fruto útil a las repúblicas, temeroso a los monarcas y de enseñamiento a los súbditos, el saber recelarse del tirano que tiene algo bueno en que se disculpa y se desfigura, y del celoso que tiene algo malo en que se pierde.
Su imitador Caín, antes del diluvio, fue el primero que dominó sobre las gentes, edificando la primera ciudad; y San Agustín lo llama el primer tirano sobre la tierra.
-Aquel o aquellos que por fuerza de armas, por medios ilícitos y tratos injustos ocupen, invadan y usurpen la libertad de los pueblos. -Y si el que ha usurpado la libertad de los pueblos los gobierna bien, ¿será también tirano?
A quien leyere Para que se vea invención nueva del acierto del desorden en que la muerte y las puñaladas fueron electores del Imperio, escribo en la vida de Marco Bruto y en la muerte de Julio César los premios y los castigos que la liviandad del pueblo dio a un buen tirano y a un mal leal.
Fue allí donde el tirano Amor, que ha sido siempre falso al jurar a quien de él fía, y siempre busca el medio en que fallido quede cuanto con seso más se ansía, mudó de modo triste y corrompido mi bien en mal, en pena mi alegría; y a aquel leal del que Zerbín no cela le abrasa el pecho y la amistad le hiela.