Cuando nuestra nación deja de ser dinámica cae de golpe en un hondísimo letargo y no ejerce más función vital que la de soñar que vive.
Lo que queremos de los arquitectos es que nos tracen el plan de una ciudad grande —como la quieran soñar—, cumpliendo requisitos de economía, higiene, estética.
El fuego le ayudó a conservar su botín varios días, sin peligro de putrefacción; los alimentos almacenados le permitieron descansar, tenderse a la sombra del árbol o junto a la corriente del río, pensar,
soñar, darse cuenta de lo que le rodeaba, fijarse en las fuerzas misteriosas que convivían con él, y su inteligencia fue dilatándose en estas horas de solitaria reflexión, que duraron siglos y siglos.
Vicente Blasco Ibáñez
Se estaba durmiendo de veras y empezaba a soñar que paseaba con Dina de la mano y que le preguntaba con mucha ansiedad: «Ahora Dina, dime la verdad, ¿te has comido alguna vez un murciélago?», cuando de pronto, ¡cataplum!, fue a dar sobre un montón de ramas y hojas secas.
Sentados en un banquillo, juntas las mejillas, las manos pasadas por las cinturas, nos dedicamos a contemplar el océano y a
soñar en nuestro porvenir.
Roberto Arlt
" Para que esto sea una tierra en la que cada persona puede atreverse a soñar, se puede vivir sus sueños, no en el miedo, sino en la esperanza orgulloso de su comunidad, orgulloso de su país, orgulloso de lo que Estados Unidos ha significado para él y para el mundo " .
Y por si quieren saber mas, hijitos míos, mis solecitos, mis conejitos, mis corazones de jade, uno de nuestros grandes poetas AZTECAS, hijo del gran TLATOANI ITZCOATL, llamado TOCHIHUITZIN COYOLCHIUHQUI, que quiere decir hacedor de cascabeles, presintió esta tristeza y nos dejó su sentimiento en un poema que dice así: "De pronto salimos del sueño. Sólo vinimos a soñar.
Apenas nos soltó, los intereses de adentro, nuestros demonios interiores y la soberbia y la ambición satánica de los intereses imperiales, nos desunieron y nos desbarataron. Imposible será soñar en una unidad latinoamericana que no emane del concierto de nuestras soberanías.
¡Cuántas veces en aquellos días contemplando mi brazo cercenado y dándome a soñar, había creído que la sangre de mi herida y el llanto de sus ojos caían sobre nuestro amor de pecado y lo purificaban!
Una toma de conciencia de la fugacidad de la existencia de hombres y mujeres rige el goce de vivir y a la vez, la angustia de saber lo breve de ello: “sólo vinimos a soñar”, dice el poeta náhuatl; pero su decepción no es por el abuso del poder humano que se vuelve solidario con todos en la flor y el canto, en el trabajo colectivo para el bien común, sino por ese mayor poder que constituye el impredecible Teotl ipalnemohuani, aquello por lo cual todos vivimos, pero que a su vez nos da una mínima oportunidad de vida.
Mas, aunque no se lograran esos objetivos, soñar con ellos y aspirar a ellos, es de por sí el primer paso para tratar de lograrlos.
No sé por qué (son cosas que bien jamás se explica por más que las aplica la ciencia una razón), de aquella luz perenne el resplandor hacía soñar mi fantasía, latir mi corazón.