Dentro de aquel recinto pueden alojarse bien doscientos peones y más de ochenta caballos. De la cómoda vivienda señorial no queda ni rastro.
Conseguido tan difícil triunfo, la Condesa viuda vivía tranquila y retirada en el castillo o mansión señorial que le había dejado en usufructo y de por vida su difunto esposo.
No solamente el sacerdote debía ofrecerle el agua bendita y el incienso, sino que incluso la misa no debía comenzar hasta que llegara el señor de Bouchardot, que normalmente abusaba de su derecho señorial y llegaba muy tarde y a horas caprichosas, alegando que el viejo sacerdote, tenía el oficio de ayunar, mientras que los ricos, no valía la pena distinguirlos, y que, en cuanto al buen Dios, no se preocupaba de esperar.
Interrogado sobre su tristeza, el mendigo explicó que esa misma mañana, en el momento en que el señor Jacques hacía, delante del altar de la capilla señorial, su oración de despedida, él Dreil, arrodillado en un rincón había visto el fantasma de los d’Amboise colocarse detrás del conde y quedarse allí silenciosos.
n un pequeño lugar de Aragón, y allá por los años de mil trescientos y pico, vivía retirado en su torre
señorial un famoso caballero llamado don Dionís, el cual después de haber servido a su rey en la guerra contra infieles, descansaba a la sazón, entregado al alegre ejercicio de la caza, de las rudas fatigas de los combates.
Gustavo Adolfo Bécquer
Concluida esta breve introducción histórica, el héroe de la fiesta guardó silencio durante algunos segundos, como para coordinar sus recuerdos, y prosiguió así: -Pues es el caso que en aquel tiempo remoto esta villa y algunas otras formaban parte del patrimonio de un noble barón, cuyo castillo
señorial se levantó por muchos siglos sobre la cresta del peñasco que baña el Segre, del cual toma su nombre.
Gustavo Adolfo Bécquer
Hay un mundo, con sus casas de cantería y libertad señorial, del Norte de Schenectady a la estación zancuda y lúgubre del Sur de Petersburg, del pueblo limpio e interesado del Norte, a la tienda de holgazanes, sentados en el coro de barriles, de los pueblos coléricos, paupérrimos, descascarados, agrios, grises, del Sur.
de Apezteguía, marqués de Torrehermosa, hombre notable, así por su altivez de carácter y
señorial riqueza, como por la gallardía de su persona, lo despejado de su ingenio y su envidiable fortuna para con las hijas de aquella buena señora que no hizo ascos a la serpiente del Paraíso.
Ricardo Palma
A lo lejos, distinguía el señorial Hudson, que avanzaba majestuosamente, reflejando en sus ondas una nube purpúrea, o el velamen de alguna barca que se deslizaba por su superficie de cristal, para perderse luego en el azulado horizonte.
La vieja casa
señorial fue reparada y embellecida; se limpiaron los fosos y se plantaron en ellos árboles frutales; la casa era cómoda, acogedora, y el suelo, brillante y limpísimo.
Hans Christian Andersen
De esta suerte llegamos a mis dominios. La casa mandada edificar por un virrey, tenía el aspecto señorial y campesino que tienen en España las casas de los hidalgos.
–¿Me quiere dar su mano? Enderezó la intrusa la espalda y casi
señorial se la alcanzó. Erdosain la tomó con precaución y se la llevó a los labios, y ella lo miró largamente, derretida la frialdad de sus pupilas en un calor súbito que le sonrojó las mejillas.
Roberto Arlt