—Descuide, sargento—contestó el cabo con gran ronquera—; no hace falta la advertencia, que aquí hay más corazón que garganta de
sapo.
Eduardo Acevedo Díaz
Un hermoso ex gallo de plumaje rojizo, que pasa al trote con un pequeño sapo en el pico, se detiene un instante y le dice: -¡Cuidado, señora!
Son muy contados los que lo conocen a ese amor verdadero; y si lo conocieran en la pubertad, en la edad de las brillantes inocencias, no falta un soplo mundano que se los evapora, se los desvanece, se los arrebata, poniéndoles en su lugar una rara y deforme alimaña, como en los "cuentos de mi abuela", la partera bruja que cambió el hijo de la princesa por un sapo.
Hacíanla compañía sus hijas, cuatro mozas de regular ver y mediano palpar, hembras de muy equívoca honestidad, y tan entendidas como la que las llevó en el vientre en preparar filtros amorosos con grasa de culebra, sangre de chivo, sesos de lechuza, enjundia de
sapo y zumo de cebollas estrujadas a la hora que la luna entra en conjunción.
Ricardo Palma
De pronto nos quedamos inmóviles, y fue entonces cuando hizo por primera vez la carraspera rara, como si arrastrara algo, en la garganta, que no quisiera tragar y que al final era un suspiro ronco. Yo miraba el sapo al que habíamos amarrado el bote pero veía también los pies de ella, tan fijos como los otros dos sapos.
Las muchachas se apartaban de su contacto como del de un
sapo venenoso, y el padre, indiferente al principio, agarró un día una silleta para rompérsela en las espaldas.
Emilia Pardo Bazán
El mismo malgache había salido de su apatía oriental, y dos horas después, no sin matar previamente una araña venenosa, gorda como un
sapo, cargamos en la angarilla el tronco de la orquídea.
Roberto Arlt
Este le dijo: -¿Qué te pasa amigo oso? Soy sólo un sapo de ronca voz. Al oso se le quitó el miedo al saber que tenía alguien que lo acompañaba ya con tan tremendo croa croa.
Tal vez me haya despertado el cansancio. Al rato ella me hizo señas con una mano, como cuando se dice adiós, pero era para que me detuviera en el sapo más próximo.
El tacto goza al acariciar el velludo terciopelo de las grandes hojas, el oído parece mecerse con el arrullo de la cascada lejana, con el gotear del surtidor, desgranándose en un continuo esparcimiento de perlas, con los mil ruidos misteriosos de la corteza que estalla en el tronco, de la yema que rompe su envoltura, de la hoja que cae y voltea entre las piedrecitas de la avenida del insecto que zumba, del sapo que chapotea en el agua verdosa...
No tienen culpa las hojas de la salvia llenas de virtudes, de que muera el que las traga, sino el sapo, que las envenena; y por eso es el peor de los animales, porque busca lo mejor para hacerlo malo.
Muchos suelen llamarle, el trompo, el
sapo :otros, el motillón, y el calabrote; :los músicos, la flauta, o el fagote :y el artillero espeque, o sacatrapo.
Francisco Acuña de Figueroa