Y él contestóme con acento blando, con un acento musical: os digo que lo aprendí no sé dónde ni cuándo, porque, a decir verdad, nació conmigo. Ese canto en mi ruta es mi alegría: refresca mi fatiga y mi quebranto; cuando a hablar comencé...
Todos insistieron en que no lo hiciese, pues sin duda correría la suerte de los otros; también su compañero de
ruta trató de disuadirlo, pero Juan, seguro de que todo se resolvería bien, se cepilló los zapatos y la chaqueta, se lavó la cara y las manos, se peinó el bonito cabello rubio y se encaminó a la ciudad y al palacio.
Hans Christian Andersen
y el eco repetía sus angustias indefinibles. Y entre la incertidumbre de saber que existe lo que no se sabe, continuaron su inexacta
ruta.
Antonio Domínguez Hidalgo
¿Para qué continuar por este valle desolado y fatuo que aparece ante nuestros ojos? ¿Para qué prorrogar la
ruta que nunca ha conducido al paraíso de los mitos y que tantos han torcido y borroneado?
Antonio Domínguez Hidalgo
Y el hombre más que gordo, más que calvo y más que feo, como delirando, la contemplaba con embeleso, mientras que el ágil animalejo proseguía en libertad por su
ruta.
Antonio Domínguez Hidalgo
Se recargó sobre un muro cercano. Parecía confusa. No quería enojarse. Los transeúntes prosiguieron con su
ruta. La bondadosa frunció el gesto. Apretó los puños.
Antonio Domínguez Hidalgo
Empleados, comerciantes, profesionales, gente sin
ruta fija le impedían dirigirse con prontitud hasta el puesto de periódicos cercano al encuentro de la noticia anhelada.
Antonio Domínguez Hidalgo
Observando las tonalidades del atardecer, exploraba el pasado como si quisiera detener el transcurso de su existencia. Y algo le hacía sentir como una ave desterrada y fugitiva, lejana de la
ruta de oro y de la senda de la luz.
Antonio Domínguez Hidalgo
Por lo cual, si sabio es, la ruta devorará aunque una cándida muchacha mil veces al ir le llame y las manos al cuello ambas echándole ruegue que se detenga, la que ahora, si a mí la verdad me es anunciada, por él muere de impotente amor, pues desde el momento que leyó su comenzada Del Díndimo la Señora, desde entonces a la pobrecilla fuegos le comen su interior medula.
Durante algunos minutos permaneció inmóvil, apoyada contra el viejo muro de adobe; después, recobrada algo, echó a andar, pero sus piernas temblaban, el viento hería sus pulmones doloridos, su cuerpo desfallecía. No obstante, prosiguió su ruta, al final de la cual adivinaban sus ojos la imagen del hombre querido.
Pide que se refuerce el proceso de cooperación económica regional, incluidas las medidas para facilitar el comercio en la región, aumentar las inversiones extranjeras y desarrollar la infraestructura, habida cuenta de la importancia histórica del Afganistán como ruta de paso en Asia; 40.
334, 339, 13, 23, 33, 43, 247, 248, 252, / 73, 83, 93, 103, 113, 123 DE LA CIRC. V, PARC. 403, 258 ZONA / DE VIAS Y ZONA DE RUTA NAC. N.16; PARC.