No nos dijimos una palabra, hasta que a las diez mi mujer me sorprendió en cuclillas delante del
ropero, doblando con extremo cuidado, y pliegue por pliegue, un pañuelo blanco.
Horacio Quiroga
-Porque él contaba con poer vender rigular el ropero de luna, y no ha encontrao un alma caritativa que le dé más de cuatro chavos por el ropero, y como el Galafate se ha enterao de este trajín y el hombre está a caza de casolidades, pos el hombre se ha enterao de lo que al otro le ocurre, y lo que pasa, que ahora quiere llevarle el pulso y, seguramente, va a ser él el que le regale el mantón a la Rafaela, y esto es lo que, como es natural, trae sin vivir a Cayetano.
Luego llegaron las herramientas y en diez minutos de un trabajo febril, el cuarto se llenó de virutas y los cajones entraron todos. -Vamos ahora al ropero.
Virginia se colocó ante el gran espejo de un ropero para arreglarse con más armonía el sencillo collar que adornaba su cuello de Venus.
EL ROPERO DE TRES CUERPOS Estaba en la entrada principal, como bien se merecía, de la pieza matrimonial, que con mi abuela compartía.
Tenía cuarenta y siete rótulos con los nombres de las diversas dependencias y chimeneas, y ocupaba el espacio de un armario ropero corriente.
Me puse a arreglar seriamente mis libros entre el olor a madera nueva del ropero y sonó el teléfono: —Por favor, baje un rato más; daremos unas vueltas en silencio y cuando yo le haga una seña usted se detendrá al pie de la escalera, volverá a su habitación y yo no lo molestaré más hasta que pasen dos días.
Esta vaga idealización del teatro no era en realidad más que la idealización del lugar en que Virginia debía encontrarse en ese instante, o mejor dicho; era una apoteosis infantil de su imaginación a la visión divina cuyo recuerdo no podía borrarse de su espíritu. Ricardo se quedó dormido contemplando la imagen de Virginia reflejada en el espejo del ropero.
Erdosain dejó su sillón, guardó el calentador, la yerba y el mate en el cajón del
ropero, y entonces Hipólita le dijo: –Venga aquí...
Roberto Arlt
Hazte mercader y harás oro de la seda; y tendero y harásle del hilo, agujas y aceite y vinagre; librero y harás oro de papel; ropero, del paño; zapatero, del cuero y suelas; pastelero, del pan; médico, de las cámaras harás oro y de la inmundicia; y barbero y lo harás de la sangre y pelos.
En el dormitorio, además del peinador y del lecho, un amplio catre de hierro con adornos de bronce, hay una cómoda con enchapaduras y un
ropero de nogal.
Baldomero Lillo
En los cuartos, muchos mueblecitos bien arreglados, con coco punzó; las camas, todas bien tendidas, con sus buenas frazadas; un ropero repleto de ropa blanca, nada más que para los usos caseros, y un gran baúl lleno de ropa, para los muchachos.