Un grito, un vibrante grito de victoria, que brotó al unísono en todas las bocas de los que tripulaban la Santa Elena, dominó un punto los fragores del mar; el Gaviota desplomábase en aquel instante ensangrentado y maltrecho sobre la roca que acababa de escalar, y después, agotando, sin duda, sus últimos brios, incorporóse trabajosamente, y momentos después sujetaba a la roca el fuerte cabo que había de ser la salvación de todos sus compañeros.
-Pues vamos.- Aceptó el ocelote y cuando llegaron al lugar citado, el tlacuachito dijo: -¡Cuidado! Esa roca se puede caer encima de ti, hermanito ocelote.
-Detenla mejor.- Prosiguió el tlacuache.- Agárrala de allí, mientras voy por auxilio. Si cae esa roca, puede caerse todo el cerro.
Por la mañana se presentaron de improviso dos hombres, uno ya mayor y otro jovencito, divisaron al animalito, lo cogieron y, dándole vueltas de todos lados, se pusieron a hablar con una ciencia sorprendente, en particular el muchacho. -Alá, decía, descubre el negro escarabajo en la piedra negra de la negra
roca.
Hans Christian Andersen
Allí habita una caverna en las profundidades, bajo una oronda roca, lejos de los inmortales dioses y de los humanos mortales; allí entonces le dieron como parte los dioses habitar ilustres mansiones.
DE FORMO- SA. 37=) INCISO XXXVII = AREA DE INFLUENCIA: "PRESIDENCIA ROCA" LIMITE OESTE: PARC.1, 2, 80, DE CIRC. VI, CHACRAS 76, 95, / SECC.
Movimiento inacabable de quienes luchan cotidianamente por sobrevivir, por no naufragar en la mancha que los devora, que los envuelve en redes desconocidas, indestructibles, destructoras. Desde allí se ve la urbe de acero, de
roca, de cristales, de asfaltos.
Antonio Domínguez Hidalgo
Así hace Norandino; y a la boca de la caverna con paciencia espera a entrar junto a las reses en la roca; hasta que al fin, cuando el tramonto era, oye que el Ogro la zampoña toca invitando a dejar ya la pradera y a regresar a la común majada a toda aquella pastoril manada.
Apenas había logrado subir por una empinada cuesta cuando fatigado de nuevo por un cansancio inexplicable, me senté en una roca para reponer un poco las fuerzas perdidas.
Sin embargo, con el tirón dado, el arbusto se entreabrió y principió a desprenderse. En un brío, para mí sobrehumano, saqué todas las fuerzas que aún tenía y pude alcanzar una roca saliente que allí se asomaba.
Me sentí abandonado… De modo intempestivo el arbusto se arrancó y en un arrojo desesperado alcancé con una mano la roca; el sudor escurría por mi cuerpo, mi camisa estaba tan desgarrada como mi pantalón.
Con otro impulso más, que no supe de dónde lo saqué, logré trepar hasta la roca salvadora y pude encontrarme sano y seguro, recargado como lagartija asustada sobre la enorme piedra con mi aliento agitadísimo.