Yo sé bien, señor Chocano, que hombre que tiene por oficio ó afición escribir versos, no puede libertarse de caer en ese ridículo .
La vestimenta que la Potencia detenedora les proporcione y las marcas exteriores que ponga en la misma no deberán ser infamantes ni prestarse al ridículo.
XXXII.- Que tu vida que no pase como yerba parásita que nunca da frutos y vive de los demás. XXXIII.- Evita hacer el ridículo considerándote indispensable, pero no te menosprecies considerándote inútil.
¡Ay del mortal imbécil que delira con amigos, amores, idealismo; porque encuentra
ridículo, mentira, encuentra la maldad, el egoísmo!
Antonio Plaza
Pero ocurre que semejante atribución exacta no es posible, que a cada configuración anatómica pueden referirse como efectos los productos culturales más distantes y que el ridículo salta a la vista cuando se lee, según se lee en el libro de Hammon, que el cráneo del homo alpinus, es decir, del honrado suizo, produce una enorme capacidad tributaria, y una gran afición a montar en bicicleta, o aquella patochada del gran Buckle que derivaba la aptitud de los indios para la metafísica de que se alimentaban con arroz.
Mas que en villas de rollo y en ciudades miren con tal desdén los municipios a los maestros, que a pagar se nieguen los pocos reales de su haber mezquino; que impasibles toleren los gobiernos que ya ascienda a millones lo debido; que anden ya los maestros señalados de miseria ridícula por tipos, y al lápiz, a la pluma y en la escena se les ponga ante el público en ridículo, entre buenos cristianos se me antoja sandia conducta y proceder inicuo.
Décimo: Como los objetos de un buen gobierno son muchos y muy grandes, se deja de la prudencia e ilustración de los señores diputados para combinarlos con el bien general de las Provincias Unidas y el particular de ésta en cuanto a su territorio, industria, comercio, agricultura, población de terrenos baldíos, gravoso pontazgo de Santiago del Estero por su pequeño y ridículo puerto de la acequia por donde transitan de ida y vuelta las carretas de esta ciudad y su jurisdicción.
De los grecolatinos tomó las bases estéticas, de los bíblicos las morales y de Villón, la idea de satirizar con el ridículo a la sociedad y a los personajes de su siglo.
Pero sucedió que un día, cuando el HOMBRE QUETZALCOATL, el filósofo y guía, YACATECUHTLI, TLATOANI, comenzaba a llegar a la vejez, la envidiosa fuerza de TEZCATLIPOCA se hizo presente para causarle daño y llevarlo a su fin. Así que de tanto oír hablar de la grandeza de su hermano humanizado, el decidió ponerlo en ridículo ante los que lo idolatraban.
Veamos ahora, después de todo lo magnífico y bello que has dicho de la naturaleza del amor, lo que me contestas a esta pregunta: el Amor ¿es el amor de alguna cosa o de nada? Y no te pregunto si es hijo de un padre o de una madre porque sería ridículo.
¿No sería, pues, como antes dije, sumamente ridículo que un hombre que ha estado dedicado durante toda su vida a esperar la muerte, se indigne al verla llegar?
Y, por consiguiente, los hombres no son fuertes más que por el miedo, excepto los filósofos. ¿No resulta ridículo, por lo tanto, que un hombre sea valiente por miedo?