Lo que va a seguir no lo oiríais de mis labios si el vino, con la infancia o sin ella, no dijera siempre la verdad, según el proverbio, y porque ocultar un admirable rasgo de Sócrates después de haberme propuesto elogiarlo, no me parece justo.
El primero que ha observado este rasgo es el historiador mexicano Carlos Pereira; en su obra “La huella de los Conquistadores”, en la que demuestra notablemente que sólo en el período inicial el tesoro y la vigilancia real preparan las expediciones.
El tercer rasgo es el proceso de globalización, que nutre esta agenda mundial y se nutre de ella, confiriéndole el carácter de un proceso natural frente al cual no hay ninguna alternativa.
El cuarto rasgo de nuestros tiempos es la postergación aún mayor de los que ya están marginados del poder, lo cual los somete a imperativos que escapan por entero a su influencia o control.
Como los enemigos estaban formados en pelotón, casi no se perdía tiro y se veían claramente caer muchos en particular de tres balas de cañón que solo alcanzo á tirar el Capitán García. El siguiente rasgo de valor personal no debe sepultarse en olvido.
A los vasallos de nuestro amado Fernando VII a los que defendemos la conservación de sus dominios a los enemigos solo de la opresión de que huye la afligida España. El mundo oirá con admiración este rasgo antipolítico”, etc.
Esa tarea pensábase de seguro, correspondía a la dirigencia y debía quedar librada al buen criterio del Superior Gobierno de Buenos Aires; rasgo interesante, en cuanto demuestra que los orientales no sabían ni querían prepararse por sí mismos para la paz.
El rasgo antedicho debe proceder de la influencia gallega que siempre se caracterizó por el equilibrio en la fe, acaso debido al hábito de ver pasar por el “camino de Francia”, rumbo a la tumba del Apóstol Santiago, a millares de peregrinos de muy diversas contexturas morales.
Pero ello será un rasgo distintivo de las vertientes del pensamiento liberal-positivista en la etapa siguiente, cuando los magros frutos de las transformaciones liberales obligaron a algunos a repensar el camino andado (Sarmiento, Alberdi), arrepentirse otros (el colombiano José María Samper), o en ocasiones, a resucitar el viejo y sublimado ideario pedagógico del liberalismo ante la frustración republicana o revolucionaria, como ocurrió con Eugenio María de Hostos, los discípulos de positivista comtiano Gabino Barreda en México, o Enrique José Varona en Cuba.
Esto es, intentar romper con las timideces que el “star system” nos ha impuesto; ahogar en el anonimato el rasgo creativo de cada ser humano ante la imposición de “modelos”, “estereotipos” comercializados, sobrevalorados y prostituidos; agrandados en su real dimensión por los medios deformativos para creer en maravillas humanas que no lo son.
Y es que parece injusto para quienes, distantes de pedanterías, se han “quemado las pestañas” estudiando, leyendo, informándose y aprendiendo las normas del habla cuidadosa con la sinceridad de quienes profesan el rasgo humanístico del afán de saber y con el entusiasmo del que recibe la recompensa por tal esfuerzo, con el saber mismo.
Un rasgo de flexibilidad lo dan las innovantes Actividades Permanentes cuya presencia en el enfoque de prácticas sociales del lenguaje, permite a los educandos interactuar sobre textos reales que correspondan no sólo a su mundo de significaciones, sino a su presencia actual en la sociedad; son momentos ubicados en sesiones específicas y autónomas, para leer, discutir, compartir, apreciar; en fin, vivir el lenguaje en todos sus matices vivenciales.